Con
el mural de la Santa Cena y el
retrato de La Gioconda de Leonardo da
Vinci, se inicia la trayectoria de la pintura como la conocemos hoy. Sin esas
investigaciones de la luz, el espacio y el color, no se hubiese producido lo
que Vasari llamó Renacimiento. Quinientos
años de la dama en el balcón, mirándonos fijamente e inspirando a los artistas
con su ideal de belleza. Una sola figura
delante de un paisaje lombardo, ha servido para impulsar las teorías dadaístas
y surrealistas con el grito ¡Quemar los Museos ¡.
Este
foco de atención sobre La Gioconda,
lleva a los comerciantes de arte a
pensar en las ganancias que les reportaría tener una pintura de este nivel, lo
que hizo, según cuentan las crónicas, el comerciante argentino Eduardo Valdefierro,
quien incitó al carpintero italiano trabajador en el Museo del Louvre, Vicenzo
Perugia, a llevarse la pintura, sacándola del marco, el 21 de agosto de 1911, portándola
luego a Italia, con el fin de negociar con ella. Ofrecieron la pieza a cinco
coleccionistas estadounidenses y a un brasileño, a los que les vendieron copias
de las mismas. La policía buscó primero
entre el grupo de artistas que abanderaban la desaparición de los museos, como
fue el poeta Guillaume Apollinaire, a quien
se le achacó el robo; le siguió el turno Pablo Picasso, porque compraba objetos
de arte antiguo, pero luego a ambos los declararon
inocentes.
En
España la noticia fue publicada entre otros medios, en El Blanco y Negro de Madrid, el 27 de agosto de 1911. Para ilustrar
el acontecimiento, la revista reproduce en una página una fotografía de La Gioconda
de El Louvre, junto con La Gioconda
de El Prado, dándole la misma categoría, y nos dice lo siguiente:……de
la sala donde estaba expuesto en el Museo del Louvre de París, has ido robado
el famosísimo cuadro de Leonardo da Vinci, conocido por La Gioconda. Se cometió
el robo con tal habilidad que las pesquisas de los guardianes del Museo y de la
policía resultaron infructuosas. Díjose primero que había sido robado el cuadro
durante la noche; pero las declaraciones presentadas por un pintor y varios
albañiles, que trabajaban en las salas inmediatas a la del suceso, quedó
afirmado que el día 21 ( en el que se advirtió el robo), estaba el cuadro en su
sitio. A las siete de la mañana y a las ocho y media ya había desaparecido.
La policía sospecha que los
ladrones entraron el domingo por la tarde en el Museo, que se ocultaron en los
retretes, y que, disfrazados de albañiles, salieron el lunes, cometida la fechoría. El marco de la admirable
obra maestra fue encontrado en una escalera interior del edificio. Aun habiéndose desembarazado de él , nadie
acierta a explicarse que pudiera salir el ladrón con el lienzo, (tabla), que
mide 90 de altura por 70 de ancho, sin
llamar la atención de los vigilantes. La noticia ha producido enorme sensación.
La
pintura fue recuperada dos años después, en abril de 1913, viajó por Italia, su
tierra de origen y volvió al Louvre el 4 de enero de 1914.
La
otra Gioconda, retirada de las salas del Museo del Prado, vuelve al primer
plano de la actualidad, gracias a las manos de la restauradora que devolvió al
cuadro el bello paisaje alpino leonardesco, y ahora tenemos dos iconos de
Leonardo, en los que los artistas pueden inspirarse. El primero que lo hizo y
la copió en dibujos, fue Rafael, que luego utilizó su postura para retratos posteriores suyos. Luego, los leonardescos, o
alumnos como Salai, Melzi, Fernando Yánez, se inspiraron directamente en el
bello rostro femenino en sus temas creativos, y así, durante cuatro siglos, hasta
que irrumpió en las artes gráficas la litografía y especialmente en la fotomecánica,
y así comenzó su gran difusión con postales, posters, y todo tipo de publicaciones y soportes, que ha
servido a los ilustradores y artistas para incidir en su figura.
Los
artistas hoy día continúan esta estela de tratar a La Gioconda como es el caso
de Botero, que la infantiliza y la engorda, o de Andy Warhol, -que actualmente expone
en Zaragoza -, que utiliza una reproducción de un fotograbado de una revista
vieja y olvidada para posesionarse de ella. En internet hay múltiples versiones
de su imagen, y ahora la del Museo del Prado, correrá la misma suerte que la
del Louvre. Disfrutemos del misterio y belleza de estas dos bellas damas en
Paris y Madrid.
Carlos
Barboza Vargas
Ver
imágenes en picasa y Ver blog http://barbozagrasa.blogspot.com
barbozagrasaes@gmail.com



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