viernes, 8 de noviembre de 2024

DIBUJANDO EN ROMA, SERMONETA, VENECIA Y FLORENCIA CON PLUMILLA-1973-74.












 DIBUJANDO EN ROMA, SERMONETA, VENECIA Y FLORENCIA CON PLUMILLA-1973-74.

En el año 1973 hubo un cambio radical en mi vida, había terminado mis estudios de Bellas Artes en la Escuela de San Fernando, hoy Facultad, de Madrid. Había solicitado una beca de la UNESCO para especializarme en la historia y restauración de la pintura mural al fresco que se impartía en Roma y me fué otorgada. Aprovechando este traslado a Italia, me casé con la pintora Teresa Grasa en Zaragoza antes de emprender el viaje.

Teresa guardaba con pasión la obra fotográfica de su padre Aurelio Grasa Sancho y sus cámaras. Portaba la Leica M-3, una cámara de fotografía mítica, que comenzamos a usar como instrumento documental y como cuaderno de viaje. Volví a reencontrarme con la fotografía que había abandonado, pero esta vez con un ojo más profesional. Entre los dos fotografiamos la piel de Italia por donde viajábamos.

Iniciado el curso en Roma, las clases que se impartían trataban de su historia, los materiales a usar, la técnica de realización y de la química aplicada en la restauración de la pintura mural al fresco. Para demostrar mis conocimientos sobre cómo se pinta un fresco, realicé un dibujo de gran tamaño con aires renacentistas. Preparé la pared en el edificio en que se encontraba la Escuela en Vía San Michele, con cal y arena de río gruesa, y luego apliqué sobre ésta una capa de cal y polvo de mármol lisa y puse sobre el mortero húmedo el papel con el dibujo y lo calqué con el mango de un pincel dejando su huella. A continuación pinté con pigmentos diluidos en agua de cal, las figuras.

También viajábamos y nos enseñaban in situ la pintura mural en iglesias y palacios, recorriendo la historia y evolución de esta pintura en pueblos y ciudades italianas como son Orvieto, Monterchi, Perugia, Florencia, Assis o Tarquinia. Viendo pintura mural de Giotto, Miguel Ángel, Rafael, Mantegna, Piero de la Francesca, Perugino.... Finalmente nos trasladamos a Sermoneta, un pueblo medieval enclavado en el Agro Pontino, al sur de Roma y cerca de Nápoles. Ahora teníamos que aplicar lo aprendido restaurando la pintura mural que se encontraba en el Castillo Caetani, el Monasterio de San Francesco, en el Hospital. Además de fotografiar la evolución de nuestros trabajos en equipo sobre las diversas pinturas, dibujaba los murales con sus giornatas, los desprendimientos de pintura y el ataque de las sales en las mismas.

Para esas fechas, utilizaba la plumilla con tinta china dibujando desde el Agro Pontino el pueblo de Sermoneta en una colina, los rincones del pueblo, sus calles, los techos de sus casas,  los tejados del Castillo Caetani, que fue rediseñado por el arquitecto Sangallo y que perteneció a la familia Borgia y ahí habitó Lucrecia. Fué residencia de Papas y cuando lo habitábamos durante el curso de restauración, pertenecía a la Familia Caetani, quienes nos invitaban a los jardines de Ninfa en la llanura pontina. Fue un  lugar atractivo de pintores del siglo XIX, como lo fué para el pintor aragonés Francisco Pradilla.

Terminado el curso, seguimos nuestro recorrido por las carreteras italianas en el Seat-600 hacía el norte, visitando de nuevo Roma, Florencia, Vicenza, con los grandes murales de los Tiépolo y Veronés, Bassano del Grappa, residencia de nuestra amiga la restauradora Alda Bertoncello y finalmente Venecia con grandes pintores muralistas como Tiziano, Veronés, Tintoretto......

En nuestro regreso a España arribamos al puerto de Génova, donde embarcamos en el Canguro de la Compañía Ibarra que nos trasportó a Barcelona. De ahí en el Seat-600 a Zaragoza y luego Madrid. Muy similar al que hizo Goya en el siglo XVIII. En Madrid pusimos en marcha el Taller Barboza-Grasa y continuamos con nuestro trabajo de pintar, grabar, dibujar y restaurar. Teresa enseñaba estos nuevos conocimientos en el Instituto de Restauración de Madrid.

Ahora que repaso estos dibujos del año 1973, miro con nostalgia el uso de la plumilla o casquillo, como le llamábamos en la Escuela, y que era un método para aprender a escribir sobre el cuaderno llamado de Vida, que generalmente terminaba lleno de gotas y algunas veces perdido de tinta, el dominar el uso de este noble instrumento lleva años y en especial en la aplicación para el arte. Estos dibujos italianos me sirvieron luego de bocetos para trabajar nuevas obras y hay un cambio en mi forma de hacer, en especial en la temática, en la forma y el color.

Carlos E. Barboza Vargas. Miembro del ICOM-UNESCO.

Archivo Barboza-Grasa.

Ver enlaces:

https://barbozagrasa.blogspot.com/2019/11/conservar-y-restaurar-pintura-mural-en.html

 

 

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