VIAJE POR EUROPA II,
MOSCÚ, TAYIKISTÁN, PARÍS, 1968.
Fuimos por la mañana a la
estación del tren de Sofía y nos instalaron en los coches cama. Mientras el
convoy de hierro viajaba por las estepas,
mi pensamiento recordaba toda la literatura de autores rusos que había
leído en Costa Rica. Dostoiveski, Tolstói, Chejov, Pushkin, Gógol, ….. era como
vivir dentro de sus palabras. Pasamos
Rumanía, Ucrania, el tren iba haciendo paradas en los pueblos y ciudades
importantes, como Kiev,… Al llegar a Moscú, tras dos días de viaje, nos
alojaron en el Hotel Rossiya, junto a la Plaza Roja. Era un hotel a todo lujo,
recién construido en 1967, para albergar a políticos y visitantes ilustres. Fue
demolido después de su cierre en 2006.
Al salir del hotel, lo primero
que la vista recorre es el gran espacio de la Plaza Roja y el primer
monumento que me encontré fue la Catedral
de San Basilio, que es un curioso y único templo ortodoxo con cúpulas en forma
de bulbo. Fue ordenada su construcción por el Zar Iván el Terrible, entre 15555-1561.
Se le fueron agregando nuevas capillas,
cada una está dedicada a un santo. La torre central unifica el conjunto.
En ellas se encuentran las reliquias de San Basilio El Bendito. Es una arquitectura en la que el color y la forma se
juntan. Cada cúpula tiene un diseño diverso que la hace única. La gran muralla
roja del Kremlin guarda en su interior cuatro palacios y cuatro catedrales
blancas con cúpulas doradas. También se encuentran dentro de esta muralla
edificios civiles. Fue primero residencia de la Familia Real. Se convirtió después de doscientos años en
centro administrativo del Estado más
grande de Europa. Junto a estas murallas se encuentra el Mausoleo de Lenin,
donde mantienen embalsamado a este carismático líder de la revolución rusa,
muerto en 1924. Cuando visité este lugar de peregrinación había largas colas. Entré y me enfrenté a la momia conservada de Lenin; me entró escalofrío.
Enfrente del Kremlin se encuentra un gran edificio que llamaban Los almacenes del pueblo, hoy, GUM, tengo recuerdos muy curiosos de
este espacio comercial. Visitamos fábricas y algún Instituto decorado con
grandes cuadros de Lenin, muy de la pintura realista socialista.
Donde más disfruté fue en el
Museo Pushkin, el segundo museo más grande de Rusia y que está dedicado al arte
europeo. Su entrada es de líneas clásicas, con columnas jónicas, que se inauguró
en 1919 y fue ampliado en 1924, con el arte nacionalizado de colecciones
particulares, en especial las de Serguei Schukin e Iván Morozov, que aportaron
al museo obras de los Impresionistas y de las Vanguardias europeas del siglo
XX. Consta de 560.000 piezas, desde
momias egipcias o esculturas griegas, fue la primera vez que me enfrentaba al
arte renacentista vendo disfrutando obras de Bronzino, Botticelli, Perugino,
Veronese, Lotto, Parmigianino, Lucas Cranach. La pintura española está
representada por Morales, Murillo, Zurbarán. Luego Rubens, Van Dyck, Watteau,
Belloto, Guardi, ….pero la mayor emoción que sentí fue encontrarme con la pintura
de Rembrandt, en especial el cuadro La
duda de Santo Tomás, donde una luz
única que emana de Cristo recién resucitado, invade la superficie de la
pintura. Me quedé extasiado.
Sin embargo la colección de
pintura de finales del siglo XIX y principios el XX es un placer para los
sentidos, Delacroix, Corot, Degas, Renoir, Gauguin, Cézanne, un impresionante
cuadro de Van Gogh, La viña roja, que fue el único que vendió en vida. Las vanguardias del siglo XX están representadas por un magnífico Matisse;
el uso del color en este pintor es único, dice tanto con los objetos cotidianos
en espacios donde sólo habla el color.
Está acompañado por los fauvistas Derain y Vlamink. Se encuentran
también Signac, Bonnard, Munch, Léger, de Quirico, y el genial español Pablo
Picasso, con obra de la época azul y rosa, como La niña haciendo equilibrio
sobre una bola y un retrato cubista de Vollard.
Miró también está presente. Esta visita al Museo fue una lección de
pintura y poder ver y apreciar la grandeza de la pintura europea que solamente
había visto a través de los libros, o en las diapositivas que nos proyectaba el
profesor Francisco Amighetti en la Universidad de Costa Rica.
Los estudiantes de Costa Rica que
se encontraban becados en la Universidad Patricio Lumumba, me invitaron a
visitar dicha universidad, fundada en 1960, para becar a estudiantes del Tercer
Mundo y darles la oportunidad de convertirse en profesionales. También pude visitar
a un Director de documentales ruso, que vivía en un edificio antiguo de Moscú y
era coleccionista de iconos y de vestidos tradicionales de los pueblos, que tenían
gran elegancia en sus diseños. Conversamos toda la tarde, de arte y de cine; nos
acompañaba, según recuerdo, Elena, bailarina, hija del escritor costarricense Joaquín
Gutiérrez, que se encontraba formándose en el Ballet Bolshoi de Moscú. Le enseñé mi obra gráfica que llevaba, y le
gustó, y tuvo la gentileza de intercambiar un grabado mío por un pequeño icono
de su colección, que todavía conservo.
Terminamos los días en Moscú y me
propusieron que si quería visitar Tayikistán, cuya capital, Dushanbe, dista 2899 kms. de Moscú. Esta vez
fuimos en avión, con un grupo de latinoamericanos, una de las acompañantes era
una cantante mexicana que nos alegraba con sus nostálgicas canciones en estas
remotas tierras de la Ruta de la Seda,
cerca de Samarcanda y del Himalaya. Visitamos
granjas, teatros y museos, con mucha pintura del Realismo Socialista. Un español, de los Hijos de la guerra, hacía de guía. Guardo unos dibujos que hice de su gente y un casquete
tayica. Volvimos a Moscú y estuve en un hotel que daba a la estación de trenes.
Viendo la ciudad por la ventana y el río Moscova, veía pasar trenes cargados de tanques, creía que iban a Vietnam. Por la mañana nos trasladaron
al aeropuerto de Moscú. Mi intención era hacer escala en Praga. Era el
día 21 de agosto de 1968. El avión de la Aeroflot surcó el cielo pero no
aterrizó en Praga, sino que continuó hasta París. Ese día, los tanques que vi la noche anterior,
aplastaban la Primavera de Praga. Los estudiantes de París salieron a la calle
para protestar por esta intervención rusa, la presencia policial en París estaba
en las calles y en las plazas. Del aeropuerto me acompañaban dos panameños, uno
era periodista y fuimos a una pensión cerca del Campo de Marte. A pesar de
las revueltas, pude visitar el Louvre,
el Museo Impresionista de L´Orangerie, el Museo de Arte Moderno y en especial encontrarme con la obra del
escultor que tanto había estudiado en Costa Rica, en el Hôtel Biron, que fue
estudio y vivienda de Rodin. Un bellísimo museo. Callejear por París, reencontrarme
con compañeros de viaje de Costa Rica, e ir a vivir con ellos en la residencia
de estudiantes. Subir las escaleras de la Torre Eiffel, pasear
junto a Sena, ver Nôtre Dame de París,….el
25 de agosto subí a un avión de Air France y llegué al aeropuerto de Barajas en
Madrid, donde me esperaba el pintor costarricense Antonio Arroyo. Una nueva
aventura por recorrer en España.
Carlos Barboza Vargas.
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