DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA, 8
DE MARZO, POR BARBOZA
Este
año es especial, he cumplido 45 años casado con Teresa Grasa Jordán, cumplo 50
años de residir en España y mis 75 años de vida. En este recorrido por la vida y el arte, la
mujer ha sido fundamental en mi trayectoria como hombre y como artista. Nací el
año 1943 en Barrio Luján, de San José de Costa Rica, y es mi madre Elia Vargas
Murillo mi primer recuerdo de una mujer luchadora y que nos crió a mis hermanas
y a mi ayudando a mi padre en la economía doméstica, ya que estudió
contabilidad y luego se hizo costurera, especialista en camisas y trajes de
señora. Mis hermanas Elia y Amelia me han apoyado en mi aventura artística. En
el Barrio Luján vivían mis abuelas Julia y Amelia y todas las tías Barboza y Vargas.
Nosotros residíamos en casas
adjuntas de los hermanos Barboza Castro;
mi tía Odilia, dio a luz a dieciséis hijos, - una buena cantidad
de primas; entre ellas estaba Ligia, la mayor, deportista y amiga de Carmen
Naranjo y Mireya Barboza Mesén, quien
con el tiempo se convertiría en una pionera de la danza en Costa Rica.
Cuando
tenía doce años, después de terminar en la Escuela de Chile, nos trasladamos al
distrito de Zapote, y ahí comencé a
convivir con mis primas hermanas Vargas, Araya y Rojas, teniendo como centro de
reunión la casa de mi tía Rosa que regentaba un negocio y el Cine Zapote con su marido, celebrando allí todos los cumpleaños de mis
primas. Cursé el bachillerato en el
Liceo Costa Rica y mientras tanto, junto con mi tía Julia Vargas, que vivía con
mi tía Milda, ayudaba en la pulpería Pájaro
azul, cerca de la Plaza Víquez, donde tenía casa mi tía Ángela Barboza que
siempre me atendía a medio día cuando estudiaba en el Liceo; la profesora y
pintora Flora Luján, me enseñó la técnica de la acuarela. Entre los compañeros conocí a Marina
Volio, quien luego sería prestigiosa historiadora
y Ministra de Cultura. También visitaba a mi tía Nina que vivía en este barrio
junto a la línea del tren.
Cuando
comencé la carrera de pintor de cuadros, una mujer me dio acogida para
practicar dicha profesión en la Casa del
Artista, se llamaba Olga Espinach. Luego en el Círculo de Poetas tuve una grata amistad con la poetisa y escritora
Julieta Dobles. Entré a trabajar en Publicidad Bákit, donde Margarita
Peralta de Bákit me trató como a uno de la familia. En esos años, estudié
Pintura y Dibujo del natural con la artista Lola Fernández en la Facultad de Bellas
Artes. En 1964 expuse mis primeros óleos, dibujos y
grabados en la Escuela Rodrigo Facio
de Zapote, en una exposición colectiva, y fue la periodista Inés Trejos quien
se fijó en ellos y me hizo la primera entrevista para La Nación. Continuó mi contacto con ella y estando en Madrid nos
volvimos a encontrar proponiéndome para escribir crónicas de arte españolas
para El Excelsior de Costa Rica; la
amistad continúa.
Una vez en
Madrid las españolas me cuidaron y se preocuparon por mí. En el año 1968 en
el Círculo de Bellas Artes, la decana de las modelos,
Trinidad, La Trini, como la llamábamos cotidianamente, iba con
nosotros a tomar vinos y tapas, al igual que la dibujante y modista Teo Mieres.
Ya en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, hice una profunda
amistad con la grabadora y pintora argentina de Tucumán, Rosa Morant;
trabajábamos juntos en el Taller de Grabado calcográfico y en
el de Restauración, al igual que con la artista Marina Llorente y
con la pintora alicantina Julia Valdés, con quien compartía piso y
pintaba. En el año 1971 se matriculó Teresa Grasa Jordán en la
Escuela de San Fernando y nos conocimos en el taller de Grabado, naciendo un
profundo afecto que nos llevó a casarnos en Zaragoza el 2 de marzo de 1973. De
la Escuela mantenemos la amistad de mujeres que han desarrollado su carrera en
el campo del arte, como Eduardi Aparicio, Monique De Roux, Irene Iribarren,
María Jesús Ylardia, Isabel Vázquez, de Puerto Rico, Marsha Laskar, de USA y
las restauradoras Zoraida Cárdenas y María Teresa Escohotado. Con la doctora
Carmina Gutiérrez, pionera de la Inmunología, - compañera de piso de Teresa,-
también mantuvimos una buena amistad.
Teresa
y yo viajamos a Italia para realizar el Curso de Restauración de los
Bienes Culturales de la UNESCO en Roma, siendo alumnos de una de las
mayores especialistas mundiales de Restauración de Pintura Mural, la profesora
Laura de Mora. En estos cursos conocimos y fuimos compañeros de un buen
grupo de mujeres y entre las que hicimos mayor amistad fue con Alda
Bertoncello, especialista en restauración de pintores vénetos. Esta amistad nos
unió al ambiente cultural de Bassano del Grappa y Venecia, conociendo mujeres
italianas de gran carisma, como Mima y Pía Michielon, esta última artista de
propuestas conceptuales, a Lorenza, sobrina de Alda y a Nenella Bosi,
especialista en cristal veneciano y a Elsa Cecchele, especialista y creadora de
tejidos, con la que intercambiamos obra. En 1975 nuestra amiga Mirtha Virginia
de Perea, de la Embajada de Costa Rica en Washington comenzó a promocionar
nuestra obra en esta ciudad americana.
Una vez establecidos en Zaragoza en 1978 para restaurar las pinturas murales de Goya y fundar la Galería de Arte Costa 3, retomamos nuestra amistad con las historiadoras de arte Mari Carmen Lacarra y Carmen Rábanos y con tres trabajadoras que colaboraron en la gestión de la galería hasta el año 1988, Pili de Calavia, Mari Carmen Sanclemente y Begoña Gil. En dicho espacio expusieron individual y colectivamente mujeres como Julieta Always, de Barbastro, Concha Duclós, Maite Ubide, Ada Remacha, ceramista, Ana Pérez Ruiz, Carmina Solé, pintora en seda, Margaretha Breitholz Nash, de Suecia, Sonia Romero y Lorna Benavides, de Costa Rica, Natividad Gutiérrez, de Puerto Rico y las compañeras de la Escuela de San Fernando. La galerista alemana Erika Daberkow nos compraba obra y en 1986 expusimos en su Galería Daberkow de Frankfurt. María Pilar y Conchita Valdés nos aconsejaban en temas técnicos. En 1986 fui nombrado Cónsul Honorario de Costa Rica en Zaragoza e Ileana Fischel de Jubert, esposa del Cónsul en Madrid, me ayudaron mucho en la gestión consular. En 1992, nos encargaron la restauración de la pintura al fresco de El Coreto, de Goya en El Pilar, y fue Yolanda Carrillo, gerente de Nueva Empresa, ligada a General Motors, quien estuvo al tanto de todo el trabajo de gestión. En el año 2000, nuestra querida amiga María Teresa Arrarás, casada con un costarricense, impulsó desde Pamplona, la edición de la novela “Historias de Tata Mundo” de Costa Rica, que yo ilustré. Con la escritora Ana María Navales nos unió, junto con su marido periodista y compañero de Químicas de Teresa, una amistad profunda, así como con el grupo de fotógrafas de la RSFZ, "Ojos de mujer", grupo pionero en la difusión de la fotografía femenina en Aragón.
Pero
una persona que me recibió igual que a un hijo y me dio cobijo familiar fue María
Jordán Ciria, madre de Teresa, hija de unos de los propietarios de la Droga
Jordán. Una mujer que nació en 1900 y que vivió los momentos más apasionantes
del siglo XX, la primera Guerra Mundial unida luego a la guerra del 36 y a la
Segunda Guerra europea. Después de todos
estos desastres de la guerra, junto a su marido médico dermatólogo y fotógrafo
aragonés, supo levantar los negocios
familiares y sostenerlos hasta su muerte en 1997. En 1980 Teresa fue madre de Carlos Aurelio y
en 1983 de Francisco Manuel, ambos hoy Ingenieros industriales, que fueron cuidados
con esmero por Felisa Gil y Teresa Oliver.
Mis
hijos se han casado con Carolina del Castillo Arnas, que regenta su propio
negocio de librería y papelería y con María Sánchez Aliaga, enfermera de
profesión, que vive actualmente en
Miami. Nos han hecho abuelos en 2017 de
dos nietos, Elena y Marcos. Recordamos también a nuestra sobrina nieta Valeria
de Costa Rica.
Buen
y feliz día de la mujer trabajadora
Carlos
Barboza Vargas.
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