sábado, 27 de enero de 2018

GOYA EN LA CORTE ILUSTRADA DE MADRID, EN CAIXAFORUM ZARAGOZA Y BILBAO






GOYA EN LA CORTE ILUSTRADA DE MADRID, EN CAIXAFORUM ZARAGOZA Y BILBAO

Francisco de Goya y Lucientes estuvo en Zaragoza presentando su obra en Caixa Forum en una exposición titulada Goya en la Corte ilustrada con obras especialmente del Museo del Prado, lo que nos da una visión del pintor y su época cuando se instala en Madrid en 1775 y trabaja como obrero-pintor, a destajo, en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.  Esta exposición me recuerda a otra del año 1988 en el Museo del Prado,  titulada Goya y el espíritu de la Ilustración, cuando el historiador Alfonso Pérez Sánchez era Director del museo madrileño y Nigel Glendinning  y Janine Batticle colaboraban.

Meditando y recorriendo la exposición de Caixaforum Zaragoza observo a un Goya tapicero, recién llegado a Madrid,  época que el historiador Pierre Gassier llama,  El tiempo de los placeres y los juegos.  El recorrido expositivo empieza con tres autorretratos de esta época, Goya recién casado con Josefa Bayeu, de 1773, que se expone en el espacio Goya-Ibercaja, un Goya con sombrero, del Museo de Bellas Artes de Zaragoza, fechado en 1775 y el Goya sordo, pintando,  de 1795 que perteneció a la Duquesa de Alba, y se encuentra en el Museo del Prado. Estos tres autorretratos marcan el tiempo que se puede recorrer en la exposición, 1773-1795.  Se encuentran también personajes de la época pintados por Goya, como el Conde de Floridablanca de 1783, Carlos III Rey, de 1787, donde se nota que ya ha estudiado y grabado la obra de Velázquez que se encontraba en Palacio.  Una Reina María Luisa de 1789 y un Carlos IV  de 1790.  Otro personaje importante, el Marqués de Esquilache también está presente, pero pintado por Giuseppe Bonito, en 1759. Y dos importantes pintores en su vida como fueron Francisco  y Ramón Bayeu.

Analizando las pinturas expuestas, la intención de las directoras de la muestra, Manuela Mena y Gudrun Maurer,  es darnos  una amplia visión de la pintura del siglo XVIII, antes y después de Goya, la evolución de la pintura goyesca en que los nobles juegan a cazadores, de cómo se populariza y vemos a un pueblo que entra de lleno en los tapices.   Hay una nómina de pintores antes de Goya, como Amigoni, de 1682, Giuseppe Bonito, de 1707, el bodegonista Luis Meléndez de 1716,  Francisco Sasso, de 1720, - con dos espléndidas pinturas de temas populares,-  o Charles Flipart  de 1721, Mariano Nani, de 1725 y Giovanni Battista Tiépolo, de 1727, junto con su hermano Lorenzo Tiépolo,  nacido en 1736. Aquí se produce un vacío,  porque falta la importantísima presencia del padre de éstos, el maestro veneciano, Gian Doménico Tiépolo, que fue admirado por Goya, al igual que uno de sus protectores en la Corte,  Antonio Rafael Mengs.  En el círculo de Goya  se encuentran obras de José Camarón, de 1731, José del Castillo, de 1737 y Mariano Salvador Maella, de 1739.
Goya nacido en Fuendetodos en 1746, inicia una nueva generación de artistas que van a cambiar el panorama plástico madrileño. Su cuñado, Ramón Bayeu, de 1746,  también pintor de tapices en la Real Fábrica  y Luis Paret, de 1746 se exponen unas vistas o veduttas del arenal de Bilbao y Fuenterrabía.   Los pintores de la generación siguiente son Antonio Carnicero, de 1784 y   Agustín Esteve, de 1753, con una pequeña copia del Pignatelli cuyo retrato original se guarda en los almacenes del Museo de Zaragoza;   ahora solamente  se exponen las copias. Termina la exposición con  una obra del valenciano Vicente López, de 1792.

Esta exposición se centra en un antes y un después del tiempo de los tapices, donde Goya pasa del cielo a la tierra. Pinta santos y temas paganos en Zaragoza e Italia e introduce a la Corte,  llamada Ilustrada,  en juegos y banalidades, en los tapices, a la vez que el pueblo de Madrid participa en ellos: Majos, chulapos, vendedoras, cazadores, toreros, muchachos, contrabandistas,  toda una visión de la época y su vida.  En 1992 escribimos Teresa Grasa y yo para el Heraldo de Aragón el libro Goya en el camino y cuando analizamos la época de los tapices escribimos:  

En esta etapa de su vida como pintor de cartones para tapices, Goya debe realizar una nueva acomodación del quehacer pictórico a las exigencias del motivo artístico.  Pintar una gran superficie para que luego sobre este tema pictórico se realice un tapiz, entraña una enorme dificultad. Deben ajustarse al máximo los   matices y los tonos, así como  la composición de la obra, para que el resultado, en tejido, sea el deseado.  Goya en principio sigue las directrices de su cuñado Bayeu,  de Maella y Sabatini, quienes inspeccionan los trabajos.  Mas adelante, ya “de su invención”, sigue pintando temas muy personales con un gran cromatismo y complejidad de colorido y detalles. Eso origina, durante un tiempo, algunos problemas. Pintar con “demasiados adornos”  dificulta la labor de los tejedores. Los tapices de Goya presentan cielos y nubes de gran diafanidad, azul claro y blanco, con contornos rosados. En los primeros planos, los personajes despliegan todo su colorido,…..

En el conjunto de la exposición se echa en falta la presencia de los amigos ilustrados de Goya, como Francisco de Cabarrús, los Duques de Osuna, su gran amigo y protector, el gaditano Sebastián Martínez, Ceán Barmúdez, Juan Meléndez Valdés, Gaspar Melchor de Jovellanos, Leandro Fernández de Moratín,…. y no hay  ninguna  alusión  al medio donde Goya  deja toda su sabiduría intelectual, que se encuentra en su obra gráfica,  desde las copias de los cuadros de Velázquez a los Caprichos.  Sí se encuentra su gran amigo aragonés, Martín Zapater, con dos retratos dedicados y firmados. Y otro que las comisarias adjudican  recientemente a Goya y al que le encuentran parecido a Zapater.  Finalmente, un Francisco Bayeu imponente y con peluca,  finaliza este recorrido  por  una etapa de la vida  de su díscolo cuñado y que ahora van camino del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Carlos Barboza Vargas

Restaurador, Miembro de ICOM, UNESCO.   

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