GOYA EN LA CORTE ILUSTRADA DE MADRID, EN CAIXAFORUM ZARAGOZA Y BILBAO
Francisco de Goya y Lucientes estuvo en Zaragoza presentando
su obra en Caixa Forum en una exposición titulada Goya en la Corte ilustrada
con obras especialmente del Museo del Prado, lo que nos da una visión del
pintor y su época cuando se instala en Madrid en 1775 y trabaja como
obrero-pintor, a destajo, en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Esta exposición me recuerda a otra del año
1988 en el Museo del Prado, titulada Goya
y el espíritu de la Ilustración, cuando el historiador Alfonso Pérez
Sánchez era Director del museo madrileño y Nigel Glendinning y Janine Batticle colaboraban.
Meditando y recorriendo la exposición de Caixaforum Zaragoza observo a un Goya tapicero, recién llegado a
Madrid, época que el historiador Pierre
Gassier llama, El tiempo de los placeres y los juegos. El recorrido expositivo empieza con tres
autorretratos de esta época, Goya
recién casado con Josefa Bayeu, de 1773, que se expone en el espacio
Goya-Ibercaja, un Goya con sombrero,
del Museo de Bellas Artes de Zaragoza, fechado en 1775 y el Goya sordo, pintando, de 1795 que perteneció a la Duquesa de Alba,
y se encuentra en el Museo del Prado. Estos tres autorretratos marcan el tiempo
que se puede recorrer en la exposición, 1773-1795. Se encuentran también personajes de la época
pintados por Goya, como el Conde de
Floridablanca de 1783, Carlos III Rey,
de 1787, donde se nota que ya ha estudiado y grabado la obra de Velázquez que
se encontraba en Palacio. Una Reina María Luisa de 1789 y un Carlos IV de 1790.
Otro personaje importante, el Marqués
de Esquilache también está presente, pero pintado por Giuseppe Bonito, en
1759. Y dos importantes pintores en su vida como fueron Francisco y Ramón Bayeu.
Analizando las pinturas expuestas, la intención de las
directoras de la muestra, Manuela Mena y Gudrun Maurer, es darnos
una amplia visión de la pintura del siglo XVIII, antes y después de Goya,
la evolución de la pintura goyesca en que los nobles juegan a cazadores, de
cómo se populariza y vemos a un pueblo que entra de lleno en los tapices. Hay una nómina de pintores antes de Goya,
como Amigoni, de 1682, Giuseppe Bonito, de 1707, el bodegonista Luis Meléndez
de 1716, Francisco Sasso, de 1720, - con
dos espléndidas pinturas de temas populares,-
o Charles Flipart de 1721, Mariano
Nani, de 1725 y Giovanni Battista Tiépolo, de 1727, junto con su hermano
Lorenzo Tiépolo, nacido en 1736. Aquí se
produce un vacío, porque falta la
importantísima presencia del padre de éstos, el maestro veneciano, Gian
Doménico Tiépolo, que fue admirado por Goya, al igual que uno de sus
protectores en la Corte, Antonio Rafael
Mengs. En el círculo de Goya se encuentran obras de José Camarón, de 1731,
José del Castillo, de 1737 y Mariano Salvador Maella, de 1739.
Goya nacido en Fuendetodos en 1746, inicia una nueva
generación de artistas que van a cambiar el panorama plástico madrileño. Su
cuñado, Ramón Bayeu, de 1746, también
pintor de tapices en la Real Fábrica y
Luis Paret, de 1746 se exponen unas vistas o veduttas del arenal de Bilbao y Fuenterrabía. Los pintores de la generación siguiente son
Antonio Carnicero, de 1784 y Agustín
Esteve, de 1753, con una pequeña copia del Pignatelli
cuyo retrato original se guarda en los almacenes del Museo de Zaragoza; ahora solamente se exponen las copias. Termina la exposición
con una obra del valenciano Vicente
López, de 1792.
Esta exposición se centra en un antes y un después del tiempo
de los tapices, donde Goya pasa del cielo a la tierra. Pinta santos y temas
paganos en Zaragoza e Italia e introduce a la Corte, llamada Ilustrada, en juegos y banalidades, en los tapices, a la
vez que el pueblo de Madrid participa en ellos: Majos, chulapos, vendedoras,
cazadores, toreros, muchachos, contrabandistas,
toda una visión de la época y su vida.
En 1992 escribimos Teresa Grasa y yo para el Heraldo de Aragón el libro Goya en el camino y cuando analizamos la
época de los tapices escribimos:
En esta etapa de su vida como pintor de cartones para tapices, Goya debe
realizar una nueva acomodación del quehacer pictórico a las exigencias del
motivo artístico. Pintar una gran
superficie para que luego sobre este tema pictórico se realice un tapiz,
entraña una enorme dificultad. Deben ajustarse al máximo los matices y los tonos, así como la composición de la obra, para que el
resultado, en tejido, sea el deseado.
Goya en principio sigue las directrices de su cuñado Bayeu, de Maella y Sabatini, quienes inspeccionan
los trabajos. Mas adelante, ya “de su
invención”, sigue pintando temas muy personales con un gran cromatismo y
complejidad de colorido y detalles. Eso origina, durante un tiempo, algunos
problemas. Pintar con “demasiados adornos”
dificulta la labor de los tejedores. Los tapices de Goya presentan
cielos y nubes de gran diafanidad, azul claro y blanco, con contornos rosados.
En los primeros planos, los personajes despliegan todo su colorido,…..
En el conjunto de la exposición se echa en falta la presencia
de los amigos ilustrados de Goya, como Francisco de Cabarrús, los Duques de
Osuna, su gran amigo y protector, el gaditano Sebastián Martínez, Ceán Barmúdez, Juan Meléndez Valdés, Gaspar Melchor de
Jovellanos, Leandro Fernández de Moratín,…. y no hay ninguna
alusión al medio donde Goya deja toda su sabiduría intelectual, que se
encuentra en su obra gráfica, desde las
copias de los cuadros de Velázquez a los Caprichos.
Sí se encuentra su gran amigo aragonés, Martín Zapater, con dos retratos
dedicados y firmados. Y otro que las comisarias adjudican recientemente a Goya y al que le encuentran
parecido a Zapater. Finalmente, un Francisco Bayeu imponente y con peluca, finaliza este recorrido por
una etapa de la vida de su
díscolo cuñado y que ahora van camino del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Carlos Barboza Vargas
Restaurador, Miembro de ICOM, UNESCO.





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