EL GUERNICA DE PICASSO Y GOYA
El Museo Reina Sofía de Madrid organiza una exposición que
titula Piedad y terror en Picasso, el
camino de Guernica, en el año en
que se celebran los ochenta años de su creación y los veinticinco de su regreso
a España. Eso me hace meditar en mis
encuentros con el emblemático e icónico cuadro de Picasso. La primera vez
que estuve frente a él fue en 1975 después
de viajar junto con Teresa Grasa a Costa Rica para exponer allí nuestra obra.
Luego viajamos a México y en Washington expuse mis grabados del 4 al 22 de
septiembre en la Sala de la Organización de Estados Americanos, OEA. Nos trasladamos
a Nueva York y uno de los primeros museos que visitamos fue el MoMA. Recuerdo
que subimos por el ascensor a la tercera planta y de pronto una gran mancha de tonos
grises me golpeo la vista. Tuve que alejarme un poco para ver el conjunto de
esta pintura picassiana. Las formas se
fueron uniendo y allí puede disfrutar de su mensaje. No asimilé el mensaje en
su totalidad. Continuamos visitando el Museo donde se encuentran mas obras de
Picasso y sus contemporáneos. La conclusión que me quedó de este primer
encuentro es que superaba a todos los pintores de su generación.
Una vez establecido en Madrid pude comprar el libro sobre el Guernica de Juan Larrea, publicado por Cuadernos para el Diálogo en 1977. Larrea que vivió directamente la génesis del cuadro colaborando en el contrato de la Segunda República Española a Picasso para que participara en el Pabellón de España en la Exposición Internacional de París de 1937. Dicho Pabellón fue realizado por los arquitectos Josep Lluis Sert y Luis Lacasa. En el libro se encuentran reproducidos los bocetos donde Picasso va organizando su creación pictórica y por primera vez se publican las fotos de la artista Dora Maar donde se puede seguir todo el proceso creativo del cuadro. Analizando estas fotos donde Picasso dibujante supera al Picasso pintor. Es como si se planteara una gran estampa al aguafuerte. Corrige sobre la marcha, quita figuras, las recompone, aparecen planos oscuros al igual que en las aguatintas, los planos gráficos de forma frontal van llenando la superficie, la perspectiva aérea y lineal no existe. Todo es simbólico como las ilustraciones de los incunables. Larrea lo compara con el Beato de Liébana. Al final luces, sombras, animales, mujeres, soldados muertos, todo se desintegra como una explosión atómica. La visión de Picasso se adelanta a su tiempo.
Picasso hace grabado, está realizando dos planchas tituladas Sueño y mentira de Franco para vender en el Pabellón y recoger fondos para los refugiados de la guerra española. En la segunda plancha los temas grabados apareen también en el Guernica, la madre con su niño muerto, la mujer que grita, el caballo, el toro, el ave, da la sensación de que Picasso quiere unir los Desastres de la guerra con la Tauromaquia. Pablo Ruiz estudia en la Escuela de San Fernando de Madrid entre 1897 y 1898. Va por el Museo del Prado para hacer copias y se interesa por Goya. Dibuja el retrato de Pepe Illo torero y escritor andaluz. Mas tarde ilustrará su libro con aguatintas. De los caprichos de Goya dibuja el número 17, Bien tirada está, y el número 25, Se quebró el cántaro. Es posible que estudiara a fondo los Desastres de la Guerra y la Tauromaquia del aragonés, tan aficionado a los toros como el andaluz.
Por eso, al estudiar el Guernica un antecedente de éste se encuentra en los Desastres de la Guerra de Goya. Hay uno en particular, el número 30 titulado Estragos de la guerra. De este grabado comentó Lafuente Ferrari: Quizás sea esta la primera escena de bombardeo sobre la población civil de toda la historia del arte,….. la imagen es un aguafuerte oscuro donde un cuerpo femenino salta por los aires, junto a una silla, otra mujer en el suelo abraza a su hijo, posiblemente muerto, sus piernas desnudas se posan sobre el cadáver de un hombre con la boca abierta y otro caído y de frente. Hay mucha similitud con el Guernica, blanco, negro, grises. En la serie de Goya hay animales como el caballo que en la estampa número 78 titulada Se defiende bien, un caballo lucha contra una jauría de perros desesperadamente. En la tauromaquia goyesca el toro del grabado número 7, Origen de los arpones, tiene el mismo porte del toro picassiano en el Guernica. No ataca, sólo mira.
En 1978 volvimos Teresa y yo a exponer nuestra obra en el Banco Interamericano de Desarrollo de Washington, después volvimos a Nueva York, de nuevo visitamos el MoMA y esta vez me detuve con más atención en el Guernica, comprendía mejor el cuadro y disfrutaba de él. En Madrid tenía gran amistad con el escultor Enrique Cabildo de Lavapiés; apasionado por el cuadro de Picasso, comenzó a estudiarlo en profundidad en su taller, hablamos del Guernica, que empezaba a trabajar en bajorrelieve sus figuras, con el fin de reproducirlo en un gran mural escultórico. Había interés político por este proyecto. Se hablaba también de Juan Gris. El boceto realizado por Cabildo está vivo en su estudio y se podría realizar su sueño.
Cuando España regresa a la Democracia se reclama el Guernica, ya que pertenecía al pueblo español por el pago que hizo la Segunda República Española a Picasso. Volvió enrollado desde Nueva York en septiembre de 1981 y fue exhibido en el Casón del Buen Retiro de Madrid, protegido por una jaula de cristal, preso, bajo la magnífica cúpula de Lucas Jordán. Estaba solo y triste. Su fuerza creativa no se podía apreciar. Luego se traslada al Museo Reina Sofía. Allí vuelve a tomar toda la fuerza creativa y está acompañado de sus amigos pintores contemporáneos. El cuadro respiró de nuevo libre. En el año 2006 visitamos la exposición Tradición y vanguardia, donde se expuso junto a los Fusilamientos del tres de mayo, estaba de nuevo junto a su admirado Goya. También se encontraba expuesto el Fusilamiento del Emperador Maximiliano de México, pintado por Manet en 1867. Los tres pintores se volvieron a unir en el espacio tiempo.
He leído casi todo lo que se ha escrito últimamente sobre el Guernica, y donde cada uno expresa lo que siente sobre el cuadro, como quería el autor. Pero oigamos lo que le comentó Picasso a Kanhweiler en 1947, para disgusto de Larrea, le dijo:
Este toro es un toro, este caballo es un caballo. Hay también una especie de pájaro, un pollo o una paloma, no me acuerdo, sobre la mesa. Este pollo es un pollo, desde luego, los símbolos,…Pero no es necesario que el pintor los cree, estos símbolos, sin duda sería mejor “escribir” claramente lo que quiere decir, en lugar de pintarlos. Es necesario que el público, los espectadores vean en el caballo, en el toro, los símbolos que ellos interpretan como los entienden. Hay animales: son los animales, los animales masacrados. Esto es todo para mí, que el público vea lo que quiere ver.
Carlos Barboza Vargas




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