GEORGES MÉLIÈS, EL CINE Y SU MUNDO SURREAL, EN CAIXAFORUM
DE ZARAGOZA
Hay que
acercarse a la sede de Caixaforum de Zaragoza, para disfrutar de una
exposición realizada en colaboración con
la Cinemathèque Française, en la que
se muestra la labor cinematográfica de
uno de los grandes pioneros del cine, el francés, Georges Méliès, (1861-1938),
titulada La magia del cine.
Al entrar en
el espacio expositivo, se sumerge uno en
una gran sala de cine donde las luces y sombras van creando una atmósfera que
nos transporta a París de finales del siglo XIX y principios del XX. Se oyen
voces infantiles que murmuran cuando la profesora les explica este arte. Al fondo, se ve una gran luna, imagen icónica
de Méliès, con un cohete clavado en un ojo
y el otro lloroso y la boca
abierta por el dolor. Le acompaña un gran retrato del cineasta con su
biografía. Continuando por las salas,
van apareciendo elementos del
pre-cine, como son las sombras chinescas, discos estroboscópicos, vistas
ópticas opacas o grabados coloreados de ciudades y feriantes
ambulantes del siglo XVIII, con la linterna mágica, que era una
atracción de feria. A finales del siglo XIX, los Hermanos Lumière inventan una cámara, el Cinematógrafo, en 1895,
la cual era una máquina capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento, y
el 28 de diciembre del mismo año, se exhibieron en el Boulevard
des Capucines de París, diez películas entre las que se encontraban Salida de los obreros de
la Fábrica Lumiére, La llegada del tren,…..Georges Méliès, que en esos
tiempos estaba involucrado como empresario teatral, había adquirido, con el dinero
de la herencia de su padre, fabricante de calzado, el Teatro Robert- Houdin, y
aplicaba trucos de magia. Se queda maravillado con la cámara de Lumière y su
imaginación se desborda, trata de adquirir el invento, pero no se la venden los
Lumière. Se va a Londres, donde Robert
William Paul había fabricado un
proyector similar basado en el Edison Kinetoscope, aprovechando que en Inglaterra
no estaba patentado. Fabricó varios y
uno de ellos lo adquirió Méliès. Con
esta cámara en mano, Georges comienza a desarrollar su gran imaginación.
Construyó un estudio acristalado en Montreuil, a las
afueras de París, donde filma todas sus películas.
En la exposición se encuentra la maqueta de esta construcción. Sus grabaciones se realizaban a plena luz del
día. De sus quinientas películas, realizadas entre
1896-1913, se proyectan en este espacio las más famosas. Encontramos la del hombre que le crece la
nariz, que es un dibujo animado, pero sobre ella, comienzan a transitar personajes reales que
bailan, es decir, mezcla el dibujo de animación con la realidad, que mas tarde
se utilizará por la industria de animación, como Disney, donde los
personajes dibujados dialogan
con los humanos. Muchos de sus guiones se basan en la literatura, como
en Gulliver y los viajes a
Lilliput, de
1902. Tiene una especial predilección
por las novelas de Julio Verne, de donde nace su obra maestra El viaje a la Luna, del mismo año. En este film se encuentran todos los
elementos de lo que va a ser el cine del futuro, en especial, el cine de
ciencia-ficción. Unos científicos
académicos un poco locos, construyen un cohete para ir a la luna. Salen los
obreros trabajando en la nave, una vez terminada y colocada en el punto
despegue, los científicos entran en ella, y unas bellas señoritas, con
pantalones cortos, cierran la nave para su lanzamiento. Aparece una gran luna
llena que nos mira, y de repente, el cohete se le clava en un ojo. Salen los
tripulantes con sus paraguas, entran en sinuosas cuevas habitadas donde
extraños seres los atacan. Regresan
como pueden a la nave y por su peso, vuelven a la tierra. Son recibidos con
grandes ovaciones y orquestas con bellas señoritas con banderas. Años después, en los Estados Unidos, recibían
a los astronautas de la misma forma, con bellas señoritas, confetti y bandas de
música. Un adelantado a su época. El
cine sigue utilizando los mismos elementos del Viaje a la luna, ciencia, aventuras,
seres extraños, sexo, un poco de violencia y al final, el triunfo de los
buenos. Tal fue el éxito de esta
película que Edison hizo copias y las distribuyó por todo Estados Unidos, y no
le pago ni un dólar por los derechos de autor al creador francés.
Se encuentra en la exposición un corto de El hombre con cabeza de caucho, es una proyección puramente
surrealista, donde Méliès usa el black
screen, o
pantalla en negro, para crear ese efecto especial tan difícil, realizado manualmente. Todavía no ha sido
superado y es un misterio cómo lo realizó. El actor es el mismo Méliès, y su
cabeza se hincha y se deshincha con un fuelle. Logra el milagro de la cabeza
parlante, hasta que llega el torpe de la película y comienza a manipular el
fuelle hasta que la cabeza explota. Efectos especiales y comedia. El diablo y Dante están presentes en su
filmografía de terror, género en el que
es también un avanzado, al igual que las hadas y los fondos marinos y los viajes de la futura aviación.
Se arruina y cae en el olvido y se tiene que ganar la
vida vendiendo juguetes, con un puesto en el vestíbulo de la Estación de Montmartre.
En 1926 el crítico León Druot relanza su figura y proyecta ocho películas. Es descubierto
por los Surrealistas, que lo admiran. Es el antecedente de lo que ellos
buscaban, el automatismo psíquico y el mundo de los sueños. Charles Chaplin fue
también un admirador. La Academia Francesa le concedió la Legión de Honor en
1931 y la Mutua de Cine le da habitación junto con su segunda esposa, Jeanne d´Aley, actriz de sus películas, en el Castillo de Orly,
donde muere en 1938. La Cinemathèque Française
conserva la mayor cantidad de material de George Méliès y es la base de
esta exposición. En 1938 Henry Langlois
recuperó y restauró parte de sus películas. La exposición termina con el robot y la película en honor a Méliès, de
Martin Scorsese titulada La invención de Hugo. Todo un recorrido por la vida y
la obra de un avanzado que sentó las bases del cine y la imagen del futuro.
Carlos Barboza Vargas.




No hay comentarios:
Publicar un comentario