jueves, 11 de febrero de 2016

RUBÉN DARÍO, CIEN AÑOS DE POESÍA MODERNISTA




RUBÉN DARÍO, CIEN AÑOS DE POESÍA MODERNISTA

El 6 de enero se cumplió el primer centenario del poeta nicaragüense Rubén Darío,  muerto en 1916 en la  ciudad de León.  Este hecho me ha puesto nostálgico  y los recuerdos de mi juventud en mi lejana Costa Rica, especialmente en la  época de bachillerato, en que nos hacían estudiar y recitar la poesía de este gran escritor latinoamericano nacido en Nicaragua.   Félix Rubén García Sarmiento nació en Metapa, el 18 de enero de 1867. Desde su nacimiento, el que se iría a convertir en el primer poeta en lengua española  nacido en América,  fue una vida de peregrinar por el mundo. Sus padres estaban casados en León,  pero su madre, Rosa,  huye embarazada, teniendo  a su hijo en Metapa. Luego  lo deja en casa de sus tíos, que lo crían, porque ella se va a vivir con otro hombre a Honduras.

El niño crece con sus tíos y  se cambia el apellido por Darío, el cual mantendrá toda su vida.  Es un niño  prodigio en León, estudia con los Jesuitas y escribe los primeros versos  publicando un soneto en 1879, con trece años. Se le llamaba el poeta niño. Se traslada a Managua y estudia en Granada, comenzando a trabajar como periodista, profesión que no abandonará. Se embarca hacia El Salvador  y es allí donde adopta el verso alejandrino de la poesía francesa  adaptándolo a la métrica española  y se convierte así en seña de identidad de la poesía modernista.  Enferma de viruela y regresa a su patria donde es juzgado por  vagancia.  Escribe poemas y obras de teatro.  El 5 de junio de 1886 embarca para Chile desembarcando en Valparaíso y trabaja para el diario La Época de Santiago.  Escribe dos libros Abrojos  y uno de los más importantes para su carrera Azul, publicado en 1888, clave para la revolución modernista española con un éxito importante donde sus poemas llegaron hasta España y el crítico Juan Varela  lo difundió en el periódico El Imparcial en octubre del mismo año.  Su fama se extiende por toda América Latina y obtiene el puesto de corresponsal en el periódico La Nación de Buenos Aires.  Regresa a Nicaragua y se traslada luego a El Salvador, donde se casa con Rafaela Contreras el 21 de junio de 1890.  Continua su periplo por Centroamérica yéndose a vivir a Guatemala, donde publica  la segunda edición de Azul, con prólogo de  Juan Varela.

Un golpe de estado lo hace trasladarse a vivir a Costa Rica con su mujer, en 1891,  cuando tenía 24 años.  Nace en el país su primer hijo, Rubén Darío Contreras. Trabaja como periodista y toma contacto con los ambientes artísticos de San José  y traba amistad con escritores como Pío Viquez, Manuel González Zeledón, (Magón),  y especialmente con Aquileo J. Echeverría que lo veía como el mejor poeta del país.  Tuvieron una larga correspondencia encontrándose con el tiempo en Barcelona, donde Aquileo fue Cónsul de Costa Rica. Escribió para El Heraldo de Costa Rica, Diario El Comercio, y La Prensa Libre. Influencio en poetas como Lisímaco Chavarría, Rogelio Sotela, Brenes Mesén, Julián Marchena, y Alfredo Cardona Peña, entre otros.  El escritor Teodoro Picado  recogió y publicó toda la documentación del paso de Rubén Darío por Costa Rica.  El 15 de mayo de 1892 abandona Costa Rica y recibe el nombramiento de Delegado de Nicaragua en el Cuarto Centenario del Descubrimiento de América en España.  El barco hace escala en La Habana  y el 14 de agosto de 1892 desembarca en Santander, y  luego  en tren a Madrid,  donde conoce a José Zorrilla, Emilio Castelar, Emilia Pardo Bazán y Menéndez y Pelayo, entre otros. Regresa a Nicaragua  y su esposa fallece en El Salvador  en 1893.

Después de este viaje nada será igual para Darío. Su verso ha cruzado el mar, entra en el mundo diplomático como Cónsul,   conoce a José Martí en Nueva York, luego en París  se decepciona al conocer al que ah sido su referente poético, Paul Verlaine. En Buenos Aires, empieza a alcoholizarse y enferma y en 1896 se queda sin trabajo, pero publica Prosas Profanas y otros poemas  consagrándose como el gran poeta del modernismo español.  Vuelve a España como corresponsal de La Nación, para  informar sobre la guerra de 1898 contra USA, donde  España pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Se queda a vivir en España y se hace amigo de poetas jóvenes como Juan Ramón Jiménez,  Valle Inclán, Jacinto Benavente. En 1900 lo envían a París  para escribir sobre la Exposición Universal que se celebra en la ciudad del Sena, donde conoce a Amado Nervo.  Fija su residencia en Francia y en 1902  conoce al gran poeta Antonio Machado, declarado  admirador de su obra. Lo nombran Cónsul de Nicaragua y viaja por Europa, y en 1905 en España tiene relación con pintores como Santiago Rusiñol, con el que se encuentra  e n Mallorca cuando Darío se refugia en la Cartuja de Valldemosa ;  Vázquez Díaz lo documenta con un dibujo y  pinta un óleo de Darío vestido de Cartujo.    Publica su obra maestra, Cantos de vida y esperanza y otros poemas editado por su amigo el poeta Juan Ramón Jiménez.  Tengo un ejemplar  de una edición de lujo, de 1922, publicado  por la Editorial Mundo Latino de Madrid,  con ilustraciones  del pintor modernista Enrique Ochoa y que  perteneció al médico y fotógrafo Aurelio Grasa.   

En este libro se encuentran  los versos mas populares del autor  y sus preferencias literarias donde nombra a sus escritores amados, como Dante, Góngora, Cervantes, y su Quijote, a sus amigos  el Marqués de Bradomín, Valle Inclán,  Manuel y Antonio Machado, Mariano de Cavia, y a sus pintores preferidos  como Leonardo da Vinci, Velázquez, y  Francisco de Goya, a quien dedica un poema que comienza:

Poderoso visionario,/ raro ingenio temerario,/ por ti enciendo mi inciensario./ Por ti, cuya gran paleta,/ caprichosa, brusca, inquieta/debe amar todo poeta;/……
y termina:  
… así es de ver y admirar/ tu misteriosa y sin par/ pintura crepuscular./ De lo que da testimonio:/ Por sus frescos, San Antonio; / por las brujas, el demonio.    

Machado escribió dos poemas, uno que titula   Al maestro Rubén Darío, en 1904. Y otro A la muerte de  Rubén Darío, que dice: 

Si  era toda en tu verso la armonía del mundo,
¿ dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar?
Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,
corazón asombrado de la música astral,
¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno
y con las nuevas rosas triunfantes volverás?
¿te han herido buscando la soñada Florida,
La fuente de la eterna juventud, capitán?
Que en esta lengua madre la clara historia quede;
corazones de todas las Españas, llorad.
Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro,
esta nueva nos vino atravesando el mar.
Pongamos, españoles  en un severo mármol,
su nombre, flauta y lira, y una inscripción no mas;
Nadie esta lira pulse, sino es el mismo Apolo,
nadie esta flauta suene, sino es el mismo Pan.


Cien años nos separan de esta admiración que el poeta español  Antonio Machado sentía por el poeta latinoamericano Rubén Darío.

Carlos Barboza Vargas




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