lunes, 31 de agosto de 2015

TERESA GRASA JORDAN, PINTURAS, 1968-1989





TERESA GRASA JORDÁN PINTANDO EN ZARAGOZA, 1978-1989

Cuando a Teresa Grasa y a mí, el Instituto de Restauración de Madrid nos encarga en 1978 la restauración y conservación de las pinturas murales al óleo de Goya en la Cartuja de Aula Dei de Zaragoza, Teresa vuelve a su tierra natal después de un largo período en Madrid, donde trabajaba como pintora, grabadora y profesora de química aplicada a la restauración en dicho Instituto y en la Escuela, hoy Facultad,  de Bellas Artes de San Fernando.  Tenía una actividad frenética en el campo del arte;  creamos además un Taller de grabado calcográfico denominado Barboza Grasa, para la estampación  de los grabados sobre metal.  Al trasladarnos a Zaragoza,  nos concentramos en el estudio de la obra de Francisco de Goya y en la conservación de sus  pinturas en la Cartuja.  En el  primer mes, hasta que llegara el permiso de Roma para ingresar, - una mujer en el recinto cartujano de la orden de San Bruno no estaba permitido, - estudió los Libros de Obras  y Diarios de la Cartuja que le iba dando el bibliotecario, donde encontró datos inéditos sobre los materiales empleados  en  estos murales pintados por Goya entre 1772 y  año 1774; son paños de 3 por 8 metros, en los que  Goya describe la Vida de la Virgen María.   En Zaragoza capital,   Teresa tenía un  céntrico local que fue Clínica de su padre, el doctor y fotógrafo Aurelio Grasa Sancho,   y   generosamente quiso convertirlo en Galería de Arte,  dedicada en especial a la obra gráfica  y obra sobre papel,  comenzando a funcionar  a finales de  1978-79  con obra suya  y acompañada por dos pintoras grabadoras de Madrid, Eduardi Aparicio y Monique de Roux.

Una vez terminada la restauracion en Aula Dei con el beneplácito de profesores, goyistas  y técnicos de restauración, fijamos nuestra residencia en Zaragoza para continuar nuestra labor artística y de galeristas,  y en el año 1979 nos encargan  otra gran restauración en El Pilar, la de la cúpula Regina Martirum y sus cuatro pechinas, pintadas al fresco por Goya, cuya ejecución se prolongó, con intervalos,  hasta 1983.  En ese espacio de tiempo fue madre de nuestro primer hijo Carlos Aurelio y luego vino al mundo Francisco Manuel, ambos hoy, Ingenieros Industriales.  Ser madre, pintora, grabadora, galerista y restauradora ocupaba todo el espacio de su vida, exponiendo también en diversas galerías fuera de Aragón. 

El reencuentro de Grasa Jordán con su tierra le inspira a seguir trabajando en el paisaje, muy especialmente en los Pirineos y sus pueblos comenzando a pintar  en el Valle de Hecho, origen de la familia materna. Siresa, Oza, Ansó,  Aragüés del Puerto, Santa Cruz de la Serós, son lugares donde sus pinceles se detienen en casas, huertos, detalles de sus puertas y balcones. El Prepirineo también es protagonista de sus telas de lino,  en especial los alrededores del Pantano de la Peña o el Castillo de Loarre.  Todo un recorrido por el Alto Reino de Aragón.

Para seguir y documentar las restauraciones  en El Pilar con nuevas tecnologías, adquirimos una de las primeras cámaras portátiles con cinta de grabar Sony-Beta,  que nos sirvió también para documentar nuestra obra pictórica.  En el Centro territorial de TVE en Aragón trabajaba una serie de profesionales de la imagen que también documentaban nuestro trabajo, e hicimos también amistad, como por ejemplo, Antonio Barceló Caballud  y Luis Esteban Municio.  Con Luis, en el taller de pintura y nuestra Sony-Beta,  empezamos a grabar la obra pictórica de Teresa Grasa   Jordán, corría el año de 1989. Luego entregamos estas imágenes a Antonio, quien   hizo el guión y puso su magnífica voz al servicio de la obra de Teresa.  Todo un documento del inicio de esta era digital que cambiaría el mundo de la comunicación; ya se podían hacer videos caseros para difundir imágenes.  Actualmente con  teléfono móvil,  se puede  hacer similar trabajo y difundirlo  en internet en medios como  You Tube o facebook.   Hoy día colgamos en estos medios este documento gráfico  con pinturas de Teresa Grasa Jordán,   imagen de Luis Esteban Municio y guión y narración de Antonio Barceló.

Carlos Barboza Vargas.

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