GOYA, "JUEGO DE NIÑOS", DE MADRID,
VENECIA, ZARAGOZA
La primera vez que nos enfrentamos a la serie pintada por Goya, Juego de niños, de la Colección Santamarca, fue en 1984,
cuando se expusieron por primera vez, recién restaurados, en una exposición realizada
en la sala de Exposiciones del Banco Exterior en el Paseo de la Castellana, 32,
de Madrid. Estaba Francisco Fernández Ordóñez como
Presidente de la Fundación del Banco, como Director- Comisario de la exposición,
Alfonso E. Pérez Sánchez y la restauración
estuvo a cargo de Rafael Alonso, entre otros. Era la primera vez que se veían en conjunto estas
pinturas y así lo explica Pérez Sánchez
en el catálogo:
Lo restaurado este año
ofrece, ante todo, la gran novedad de la
serie “Juego de niños” de Goya, citada en la bibliografía siempre de modo
tangencial, por no haberse podido estudiar jamás directamente. Ahora, limpios,
los pequeños lienzos se ofrecen en toda su belleza y creo que nadie dudará de
su carácter autógrafo…..
La segunda vez fue en 1989, ya que tuvimos el privilegio de
recogerlos en la Fundación Santamarca de Madrid, cuando se organizaba una gran exposición de Goya
en Venecia, organizada desde el Ayuntamiento y la Diputación Provincial
de Zaragoza, junto con el Comune di Venezia. Habíamos sido encargados por el comité
científico, de recoger las obras de Goya que se encontraban en las colecciones
privadas de Madrid y que se iban a exponer en esta muestra. Era ya tarde, y nos atendió un sacerdote en representación
de la Fundación Santamarca. Hizo una pequeña reclamación que finalmente se solucionó.
Recogimos las pinturas y se colocaron en los embalajes preparados para su
transporte. Más tarde, fueron expuestos en la Gallería Internazionale d´Arte
Moderna y Ca Pesaro en Venecia, del 7 de mayo al 30 de julio de 1989. Hizo la ficha técnica de Juego de niños el historiador Wifredo Rincón, quien figura como comisario en la exposición actual
del Palacio
de Sástago de Zaragoza. En esta exposición
veneciana se expusieron como novedad, las pechinas de Los cuatro Santos Padres de la
Iglesia, de Goya en Remolinos, recién
restauradas por nosotros, y por primera vez se mostraba el boceto de Aníbal cruzando los Alpes, pintado
en Italia; también lo recogimos en Madrid. Estas obras causaron sensación entre los
italianos, especialmente fueron ponderadas por el historiador Romanelli. Esta exposición
fue la primera gran muestra que se hizo
en Italia individualmente sobre la pintura de Francisco de Goya.
Veintinueve años después volvemos a enfrentarnos a estas
pequeñas obras maestras de Goya, ahora en el Palacio de Sástago, patrocinada la exposición por la Diputación Provincial de Zaragoza, bajo
el titulo, Colección Santamarca, esplendor
barroco, que abarca desde la pintura de Luca Giordano a Goya y la
pintura romántica. Goya fue un gran
contador de historias, lo demuestra en 1774 en la Cartuja de Aula Dei, donde en
doce paños murales, nos describe la Vida de la Virgen María. En Madrid, trabajando en la Real Fábrica de Tapices,
va documentando la vida alegre del
Madrid de Carlos III y muy relacionado
con este mundo de los tapices, - cosa que ya sugirió Valentín de Sambricio y Pierre
Gassier, - se encuentra esta serie, Juego de niños.
El conjunto mantiene una unidad conceptual, el juego de los
niños de la calle, harapientos, pero alegres, que juegan a los soldados, a saltar
la pídola, al balancín, peleándose por unas
castañas que les lanza el anciano rico, a coger huevos de palomas de los nidos en las tapias, y a los
toros, fiesta nacional española. Se visten
de generales y soldados para jugar a la guerra, abandonando a la pequeña que llora
en soledad; las madres trabajan lavando ropa en el río, que luego tienden al
aire, mientras los pilluelos saltan unos sobre los otros; unos juegan
al balancín, otros se pelean, dos niños, colegiales ricos, con zapatos, disfrutan
de la pelea, mientras un mono encadenado observa la escena desde lo alto de una tapia. La más violenta de estas historias es la que el
señor mayor se entretiene lanzando castañas, mientras un grupo de niños se
pelea violentamente por ellas. Una niña llora, arrastrando su carrito de madera.
Y finalmente, uno de los espectáculos
españoles que aún subsisten son las vaquillas y los toros, y es a lo que juegan
estos hijos de la calle, soñando con ser toreros.
Las seis escenas están ubicadas en paisajes idílicos, con
tonos grises azulados, con reflejos rosas del atardecer, se diría que suceden
estos hechos en el invierno madrileño, con las montañas al fondo. Son pinturas
de pincelada suelta e impresionista, buscando la luz natural. Son Caprichos de Goya, recordando
seguramente su infancia en Zaragoza. Ya no es una pintura para tejer un tapiz,
es una pintura suelta, libre, toda una
premonición de lo que va ser su obra de
madurez. Hoy en Zaragoza se muestran unas
obras que demuestran que Goya, hijo de esta tierra, sigue tan vivo y tan humano. Grande, Don Francisco.
Carlos Barboza Vargas
y Teresa Grasa Jordán
Archivo Barboza Grasa.
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