LA PIEDAD, ÓLEO DE TERESA GRASA JORDÁN, 1972
El tema de La Piedad es uno de los
más tristes de la iconografía religiosa católica, es cuando una madre recibe el
cuerpo crucificado de su hijo, muerto, dolor y desesperación acompañan este
momento de la historia. Es el instante entre el Descendimiento de la C ruz y el Santo
Entierro, donde el Crucificado descansa en el regazo de su madre. Este momento no aparece en los evangelios
pero en la literatura de la Baja Edad Media se potencia. Las primeras
representaciones plásticas son de origen bizantino pero pronto pasa a Venecia,
a Italia, y se propaga por toda Europa a
través de los libros miniados, como en el Libro
de las Horas del Duque de Berry, (1384-1409). Durante la época de la Corona
de Aragón, se propagó en obras devocionales y gráficas, luego vinieron las
esculturas y las pinturas. En estas últimas el planctus o Llanto sobre el
cuerpo de Cristo muerto se encuentra
sobre un sudario, o sobre una piedra, acompañando a la Virgen, San Juan y las
Santas Mujeres, José de Arimatea y Nicodemus.
Con el tiempo se van añadiendo más personajes como los donantes del
cuadro. En el Renacimiento y el Barroco, la
iconografía del llanto se popularizó, logrando escenas de gran dramatismo.
Pintores importantes, como Van der Weiden, Fernando Gallego, Antón van Dick o
José Ribera, trataron el tema de La Piedad. En la escultura, generalmente la iconografía se representa a la
madre con el hijo fallecido en el regazo, y la más famosa es la que se
encuentra en la Basílica de San Pedro del Vaticano, La Piedad de Miguel Ángel,
en mármol, de un bloque compacto y composición circular, que se le encargó al
florentino en 1448, cuando tenía veinticuatro años. A María
la representa joven y bella, la Virgen no envejece y mira con cariño a
su hijo muerto. Teresa Grasa, cuando
estudiábamos en Roma, pudo contemplar esta joya del arte escultórico que un año
antes fue mutilada por un loco de los que odian la belleza. La pudieron restaurar con acierto. Esta
imagen quedó grabada en su pupila.
La Cofradía de Nuestra Señora de La
Piedad y del Santo Sepulcro, fundada en 1937, es la primera Cofradía Penitencial
de Zaragoza. Para celebrar el primer centenario de la
realización de la imagen de Nuestra
Señora de La Piedad, que les acompaña en las procesiones de Semana
Santa, y que fue realizada por el escultor
murciano Antonio José Palao, en 1872, por encargo de Doña Ana Falcón, convocó en
1972, un Concurso de Pintura que tuvo como tema único La Piedad. Teresa Grasa se encontraba estudiando en la
Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y quiso concurrir a este
evento de su ciudad y de una cofradía de la que su padre Aurelio y su tío
Emilio fueron miembros. Envió un óleo
sobre tela donde se encuentra la Virgen María y Jesucristo crucificado, de una
composición triangular. En el fondo sombrío, donde los tonos rojos abarcan toda
la superficie, la Virgen se le reconoce en la penumbra y un cuerpo de Cristo
fuerte y joven en primer plano, formando una diagonal que se apoya en el regazo
de la madre. La pincelada es fuerte y decidida, ignora darle dramatismo a los rostros, quiere
con unas formas, casi abstractas, transmitir el dolor y la tragedia de un hecho
de hace más de dos mil años y que nos sigue impactando porque es un tema
humano, que sigue produciéndose en tantas guerras y tanta muerte de niños por
desnutrición. Picasso en el Guernica lo trasmitió con el hijo muerto en brazos
de su madre.
Carlos Barboza Vargas.
Zaragoza, 2018.
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