EN MADRID CON EL PINTOR DE COSTA RICA,
GONZALO MORALES SUÁREZ, 1975-1976
Cuando Teresa Grasa y yo regresamos de estudiar en Italia,
nos instalamos en Madrid y alquilamos un pequeño chalet de dos plantas en la
Dehesa de la Villa, cerca de la Ciudad Universitaria y de la urbanización Puerta de Hierro. En la planta alta acondicionamos el taller de
grabado y pintura realizando la vida cotidiana en la planta baja. Para acceder al chalet se tenía que atravesar
un jardín con una parra que acompañaban
flores, en especial rosas de todos los colores, creado por su dueño Guillermo Vega,
piloto de la Compañía aérea Iberia, que vivía
en el chalet contiguo. Llegamos a ser
como familia.
En este ambiente de arte y naturaleza es que recibimos la
visita del pintor de Costa Rica, Gonzalo Morales Suárez, junto con el gran escultor
costarricense Carlomagno Venegas y el grabador guatemalteco Moisés Barrios, quienes
habían trasladado su residencia a Madrid para seguir formándose como artistas. Creció entre nosotros una amistad y familiaridad
que compartimos en tertulias con
nuestros amigos españoles que nos visitaban, como el diseñador gráfico Javier García
del Olmo y su esposa Esther Vilas, los pintores Ángel Rojas y Julia Valdés, el
escultor Enrique Cabildo y Gloria Figueroa, la pintora realista Eduarda
Aparicio, y nuestros amigos la doctora Carmina Gutiérrez y el escritor Jorge Anel.
Gonzalo, Moisés y Carlomagno extendieron su amistad con Javier
García del Olmo, especialmente Gonzalo Morales, que se inclinaba en esos
momentos pictóricamente por el retrato, oficio que aprendió de su padre desde niño y
con el afecto y admiración a dos mujeres españolas realizó un retrato de Teresa
Grasa en 1975, con aires prerrenacentistas florentinos. La modelo de perfil
acompañada de un paisaje montañoso y un cielo despejado azul. En el de Esther Vilas moderniza su óptica y lo realiza con una composición
con punto de vista bajo, donde la modelo se apoya en un muro de ladrillo con
una vestimenta y estilo muy de los años setenta. Creo que son de los mejores
retratos realizador por Morales Suárez.
Por aquella época escribía
crónicas de Madrid para El Excelsior
de Costa Rica, y el 5 de marzo se publicó la que le realicé a Gonzalo, le hice
un retrato a plumilla para ilustrar el
artículo. Entre otras cosas dije:
…Llegamos al estudio donde nos reciben con la amabilidad de siempre y
comenzamos a ver sus últimas obras, las cuales nos impresionan por la ejecución
y avance. Una atmósfera hiperrealista
envuelve cada uno de ellos y nos llama
la atención el más acabado de todos cuyo tema es una silla con una manzana y una chaqueta; este cuadro tiene elementos que hacen pronosticar
un gran cambio en la pintura de Morales, como es composición, color y forma,
formando un todo en la consecución de un fin, ya que el artista quiere expresar
esos sentimientos de soledad y lejanía que le embargan, por medio de elementos
cotidianos que le rodean….
El pintor Morales regresó a costa Rica, donde continuó trabajando en lo que llamamos movimiento Hiperrealista y fotorrealismo. Gonzalo
necesita el objeto táctil para trabajar su pintura. Por eso se centra en bodegones
con elementos cotidianos, paisajes urbanos con pulperías y casas antiguas de San
José, pero sobre todo es en el retrato donde este pintor se siente a gusto y lo demostró
después de su viaje a Europa, becado por el Ministerio de Cultura, Juventud y
Deportes. En Madrid se enfrenta a los grandes maestros del Museo del Prado que le
gustaba visitar. En este final del año 2017, un infarto detiene
su mano creativa. Queda su obra y su familia, donde su vida y su espíritu se
encuentran. Descansa en paz, amigo
Gonzalo.
Carlos Barboza Vargas
Archivo Barboza Grasa.




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