martes, 14 de noviembre de 2017

JOSÉ IGNACIO BAQUÉ, PINTOR Y AMIGO


JOSÉ IGNACIO BAQUÉ CALVO, PINTOR Y AMIGO

En los años setenta del siglo pasado, tuve conocimiento del arte de Zaragoza por mi amistad con los artistas  y maestros aragoneses Alberto Duce y Álvaro Paricio.  Luego al conocer a Teresa Grasa Jordán en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, es la que me informaba  de los últimos movimientos plásticos de su ciudad, y entre ellos mencionaba a uno de los más sobresalientes grupos del momento, Azuda- 40. Este grupo se fundó en 1972, con ocho componentes, los que van a dar un impulso al arte aragonés de esos años. Este grupo lo formaban: José Ignacio Baqué,  Pascual Blanco, Natalio Bayo, José Luis Cano, Vicente Dolader, Antonio Fortún, Pedro Giralt y José Luis Lasala. Se movían en un arte de vanguardia, entre la abstracción lírica y una corriente figurativa neorrealista. Su centro de actuación era la Galería Atenas, que dirigía el historiador Federico Torralba que, junto con poetas como Emilio Gastón o José Antonio Labordeta ponían palabras a la imagen pictórica.  Su fin era dar a conocer el arte en el territorio aragonés y despertar inquietudes. El grupo se disuelve en 1976  siendo José Ignacio Baqué el primero en separarse del mismo y continuar su quehacer en solitario desde 1974.

Baqué, El joven, era hijo de un importante pintor aragonés, José Baque Ximénez, que llamaremos, El viejo, como es costumbre en los talleres antiguos de pintura europea.  Baqué, El joven, es un buen dominador de las técnicas pictóricas, sabe el oficio, y domina el color que a veces trabaja en grandes superficies atexturadas con intenciones informalistas,  pero la figuración siempre emerge en esos mundos surreales y coloristas. En 1976 Teresa Grasa convirtió el espacio creativo de su padre el fotógrafo y médico Aurelio Grasa, de la calle Joaquín Costa, en Galería de Arte, comenzando a realizar exposiciones  en 1978. La Galería se convirtió un referente  del grabado y la gráfica en general,  atrayendo a los artistas que trabajaban su obra en Zaragoza, entre ellos nos visitaban  los integrantes del grupo Azuda-40 que colaboraban en las exposiciones que programábamos. Con Baqué, El viejo, y con El joven hicimos buena amistad  y siempre hablábamos de arte y artistas.  
En diciembre de 1996-97, José Ignacio Baqué, (1941-2017), realizó una gran exposición retrospectiva de su obra en el Museo e Instituto de Humanidades Camón Aznar, ligado a Ibercaja.  En el catálogo, la historiadora y galerista de arte Chus Tudelilla, hace un estudio  que inicia de esta forma:  
Frente a la dispersión a la que constantemente se ha venido  aludiendo para hablar de la pintura de José Ignacio Baqué, este breve e intenso recorrido por su trayectoria pictórica de las tres últimas décadas-  treinta y un años a través de treinta y un cuadros- evidencia la solidez de una apuesta personal que ha encontrado en la pintura el medio de expresión  más adecuado para dar salida a la emoción. El placer por la pintura ha vencido todas las vicisitudes…..  El poeta y pintor Antonio Fernández Molina también escribe en este catálogo sobre el artista, que titula   No miente el espejo, inventa.  

Después de dejar nuestras labores de galeristas, por proximidad de ubicación de nuestros domicilios, casi siempre nos encontrábamos alrededor de la Plaza de Los Sitios, ya sea comprando la prensa o bebiéndonos un vino. José Ignacio era un buen conversador con agudo sentido del humor, siempre nos reíamos.  Un día me lo encontré con una bella señorita en brazos, su nieta, y le hice una foto. Era septiembre del 2002. Luego la enfermedad que superó gracias  a la pintura y sus nietos. Una vez me dijo que pintaba para ellos. Picasso también lo hacía y decía que pintaba como los niños.  Eso lo demostró en la última exposición de Bantierra.  La amistad continúa con su compañera y musa la doctora María José Barroso, amante esposa del pintor y su pintura, donde queda su sensibilidad y su espíritu impregnados y en sus nietos su vida continúa. Buen y feliz viaje amigo José Ignacio. Descansa en paz.   
Carlos Barboza Vargas.
Zaragoza, noviembre 2017. 

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