FRANCESCO
GUARDI, UN PRECURSOR DEL IMPRESIONISMO, JUNTO A GOYA
Francesco
Guardi,
(1712-1793) es un pintor veneciano que pasó todas las etapas de su profesión
empezando de ayudante en el taller de su hermano Gian Antonio, haciendo copias
de cuadros famosos, realizando pinturas religiosas, y finalmente, dedicándose
al arte vedutista, por recomendación del arquitecto Marieschi.
Fue alumno de Canaletto, convirtiéndose junto a éste, en los dos mayores
exponentes de este movimiento artístico
que saca el arte al plein air
y con el uso de la cámara oscura se convierte en pionero de lo que va a ser uno de los
movimientos del arte del siglo XIX, el Impresionismo.
Francesco
Guardi en su
evolución pictórica se aparta de la forma descriptiva de los vedutistas
venecianos, va sintetizando el paisaje buscando los efectos y la vibración de
la luz en la bruma marina de Venecia. Busca la atmósfera y la poesía donde los
personajes participan en ella. La
pincelada es agil y definitiva. En su cuadro
Góndola sobre la laguna divide el
mar y el cielo en tonos grises donde al góndola navega en silencio. Busca lo pictórico. Su forma de pintar le une
mas a Magnasco y a su cuñado, Tiépolo. Esta síntesis de color y luz es admirada por los impresionistas. Goya
en España y después de su viaje a Italia, visitando especialmente Venecia,
coincide con la madurez de Guardi y, como éste utilizó la cámara oscura, o
cámara óptica. Sus pinturas se van sintetizando pero no a través del paisaje, sino
a través de la figura humana, dejando una lección que van a recoger los
pintores y biógrafos franceses del siglo
XIX.
En la
publicación Clasisci dell´ Arte Rizzoli,
publicado en Italia sobre Francesco Guardi en 1973, en el
apartado Itinerario de una aventura crítica, página 11, se puede leer un
artículo de 1878, firmado por Charles Yriarte, primer biógrafo de
Goya junto a Matheron, que habla de Venecia, y en el apartado de Guardi dice:
…. Guardi es mucho más vivo que Canaletto; es un colorista mas original, un talento mas personal, y ninguno es superior a él en su género cuando sigue y realiza su pensamiento. Ha
gozado de no poca consideración por parte de sus contemporáneos, sin embargo se
puede decir que es nuestro tiempo el que
le ha descubierto y le ha colocado en su
verdadero lugar. Su prodigiosa facilidad
y la vivacidad ingeniosa de la ejecución, la gracia picante, unida a
calidad atmosférica de transparencia y de luz permanece insuperada,
hacen de él un pintor en sí mismo, ante el que el mismo Canaletto, tan admirable en telas como El Canal Grande, y la Salute
del Louvre, se convierte en un artista frio y descolorido…..
Otro artículo sobre Francesco
Guardi, publicado en la Gazette
de Beaux Artes, 1908, escrito por G.A. Simonson dice:
Limitada
afinidad une a Francisco Guardi con los
artistas del pasado incluso con los del presente. Supera al Canaletto y no anuncia
a Whistler? Se conocen dos obras
maestras ligadas a la National Gallery:
Santa María della Salute y el Palazzo dei Dogi; están pintadas en esa gama de
gris unido al verde que el Guardi amaba particularmente. La impresión que se
tiene ante estas obras presenta una
estrecha analogía con la que
procuran algunas telas en las cuales
Whisler se ha complacido en
describir los efectos de la luz sobre el
agua: tal como en la serie de
paisajes de los que forma parte el Notturno in blu e
argento.
Mientras el
arte del Canaletto se inspira en ideas adquiridas y convencionales, herencia
de siglos, Guardi se muestra abiertamente en contra de estas mismas
reglas. Y, en esta tendencia, del
maestro del siglo XVIII,
encontramos todavía un trazo
dominante de la escuela moderna, que no se detiene sobre obras tranquilas sino
que se interesa, más bien en aquellas formas expresivas del arte en las que se
revela la fiebre, la agitación interior, que turba el alma contemporánea y constituye
el tormento y la belleza. En otros términos, Guardi tiene un puesto entre los
precursores del Impresionismo, que encuentra su fórmula en Manet y en sus
discípulos. Goya, que es un poco contemporáneo de Guardi, fue, también él, uno
de tales osados pioneros; pero el
realismo punzante de su obra testimonia una concepción del arte en contraste
con el arte idealista que transporta Guardi en los países de la fantasía sobre
las alas de la quimera. La época en la
que vivieron estos dos maestros fue una de aquellas eras fecundas en las que el arte se renueva
y se transforma. Mientras Rosalba
Carriera mostraba el camino a los
pastelistas, Guardi revelaba, entre los primeros, el arte de la acuarela. Abrió
así la vía al esbozo moderno, tal como
hoy lo conocemos; es decir, estos bosquejos ligeros, abocetados con algunos
trazos que tienen la fascinación de la espontaneidad, y de lo inacabado, han conquistado su puesto en los museos, no como primer estado de una pintura en
preparación, sino como una forma independiente
de un arte particular.
Entre las
influencias extranjeras que actuaron
sobre el arte veneciano del siglo XVIII, hay una de origen exótico de la
que Guardi, según un crítico moderno,
habría sufrido rápidamente la
seducción. Así como los pintores franceses, sus contemporáneos venecianos entraron en contacto con el arte chino. Las chinoserías de Tiépolo son
bien conocidas de los amantes de la
pintura. La crítica, que ha notado la
influencia de larte japonés sobre Whistler, discute ahora para indagar si las
figuras de Guardi se inspiran en el diseño
chino. El hecho de que existe una similitud
entre algunas figuras venecianas de las pelucas largas respecto al uso del tiempo y aquellas que ilustran los trazos de los
orientales de la trenza larga hasta la mitad de la espalda, puede constituir una analogía puramente accidental, sin implicar idea de copia. No; la hábil hipótesis de que Guardi haya
inspirado sus modelos en el arte chino,
no merece ser tenida en cuenta. Como Carpaccio, Guardi fue un humorista
inconsciente. Sus figuras no se ligan mas que a él. Ellas le pertenecen como creaciones de su fecunda y feliz
imaginación. “
De las tres
pinturas que ilustran este texto, dos se encuentran actualmente en la magnífica
exposición sobre los Venecianos del siglo XVIII en CaixaForum
Zaragoza.
Archivo
Barboza Grasa



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