miércoles, 30 de septiembre de 2015

VINCENT VAN GOGH EN AMSTERDAM





VINCENT VAN GOGH EN AMSTERDAM

Llueve. Amsterdam se cubre de un manto gris, sus canales reflejan el cielo plata y las flores de los puentes dan la nota de color junto a las bicicletas.  Tranvías, coches y bicicletas dan vida a esta dinámica ciudad holandesa.  Bajo el paraguas  llegamos al Museo Van Gogh, Teresa y yo. Una fila de pacientes compradores de entradas espera en la taquilla.  Hace nueve años que visitamos Amsterdam y nos encontramos con novedades. El viejo edificio se ha modernizado con una entrada de cristal y acero que hace luminoso el entorno.  Bajamos las escaleras mecanizadas donde se encuentran las tiendas, luego subimos a la planta calle e iniciamos el recorrido por la obra de Vincent,  con una muestra  de Autorretratos de diversas épocas que son una lección de pintura e introspección, en su necesidad de expresarse utilizaba obras soportes de obras antiguas y pintaba en su reverso. Su paleta que acompaña esta galería de rostros del pintor me impresiono vivamente, con el oleo vivo deseando volverse creativo, y sus tubos de pintura esperando convertirse en arte en las manos del  pintor.  Luego sus útiles de dibujante casquillos de tinta china, palillos japoneses y pequeñas libretas donde grababa sus  primeras ideas. Cartas a Theo que luego se convertirían en obras donde expresaba todo su sentimiento y quehacer pictórico.  Se exponen  obras de sus artistas coleccionados como Delacroix, Monticelli, Millet,….. y  de sus amigos  Gauguin, Laval, Serusier, Bernard,….Volvimos a recrearnos en la obra de este gran pintor holandés y universal al día siguiente, para tratar de fijar en nuestra retina tanta obra maestra.  El público, con un respeto vocacional desfila ante sus cuadros. 

Salimos a la luz de Amsterdam que ahora se puebla de nubes, donde el sol juega en sus formas y el azul se deja ver entre ellas.  Junto al Museo de Van Gogh se encuentra otro recinto  expositivo donde se puede continuar viajando por el arte de finales del siglo XIX y el XX. Es el Museo Stedelijk, este Museo fue diseñado por A.W.Weissman en 1895, con un estilo neo renacentista, para albergar la colección privada donada a la ciudad por Sophia de Bruyn, convirtiéndose luego en  Museo de Arte Moderno. Cezánne con la montaña de Sant Victoire acompaña a dos cuadros de Van Gogh; un paisaje de amplio horizonte  con toda la luminosidad del sol cuyas líneas de convergencia nos llevan a un lejano molino en el horizonte, el divisionismo de color hace que toda la superficie vibre.  Luego, una gran tela de dos hombres trabajando la tierra, con palas, haciendo una zanja y en la lejanía una mujer quemando leña. Todo a cielo abierto y recordándonos a los campesinos de Millet.  La superficie vibra  con una pintura al óleo de gruesa pincelada. Con estos dos artistas empieza la aventura del arte moderno en el Museo, donde estan representados los grandes de la época de finales del siglo XIX como Rodin, Daubigny, Monet, Odilon Redón,….Luego le acompaña el siglo XX con Matisse, Picasso, Chagall, Kandinsky, el expresionista Krichner, Malevich, … y una buena representación con objetos y diseños industriales del movimiento   De Stijl     (El estilo), nacido en Holanda en 1917  y de gran repercusión internacional. Se encuentran en sus salas la butaca roja y azul  de Rietved y cuadros de Mondrian como Composición en rojo, negro, azul, amarillo y gris, de 1920.  En fotogarfia hay una sala permanente del fotógrafo Man Ray, obras de Karl Appel, del grupo Cobra y de Jaspers Jons; el arte norteamericano actual se encuentra también representado. Todo un recorrido del siglo XX, siglo de las vanguardias.    

La obra de Vincent Van Gogh fue rechazada por el Rijksmuseum, pero ese fallo ha sido corregido  y en su planta primera, en la sección dedicada a los años  1800-1900, se encuentran tres cuadros de Vincent acompañados por pintores holandeses de la época, como Israëls, Roelofs, ….de la Escuela de La Haya. No falta Corot, al que tanto admiraba,  y Courbet.  El autorretrato de Vincent con sombrero y vestido de fiesta,  su rostro nos mira fijamente como preguntándonos algo, serio, con su bigote pelirojo y su boca encarnada fuertemente cerrada, nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, a ver nuestro interior. Un bodegón, con  un plato blanco conteniendo limones y unas naranjas y una botella de agua sobre la mesa, nos invita a refrescarnos en el verano de Arlés.  Un arbusto bajo un árbol le sirve al pintor para darnos una lección de pintura y color, un detalle de un bosque, con pincelada pastosa y continua, a gran velocidad, refleja el gran esfuerzo que hizo este pintor nacido en Holanda y muerto en Francia,   por dominar el arte de la pintura. ¡Dios mío, cuánto esfuerzo y cuánta belleza¡  Gracias Vincent.

Carlos Barboza Vargas

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