VINCENT VAN
GOGH EN AMSTERDAM
Llueve.
Amsterdam se cubre de un manto gris, sus canales reflejan el cielo plata y las
flores de los puentes dan la nota de color junto a las bicicletas. Tranvías, coches y bicicletas dan vida a esta
dinámica ciudad holandesa. Bajo el
paraguas llegamos al Museo Van Gogh,
Teresa y yo. Una fila de pacientes compradores de entradas espera en la
taquilla. Hace nueve años que visitamos
Amsterdam y nos encontramos con novedades. El viejo edificio se ha modernizado
con una entrada de cristal y acero que hace luminoso el entorno. Bajamos las escaleras mecanizadas donde se
encuentran las tiendas, luego subimos a la planta calle e iniciamos el recorrido
por la obra de Vincent, con una
muestra de Autorretratos de diversas
épocas que son una lección de pintura e introspección, en su necesidad de
expresarse utilizaba obras soportes de obras antiguas y pintaba en su reverso.
Su paleta que acompaña esta galería de rostros del pintor me impresiono
vivamente, con el oleo vivo deseando volverse creativo, y sus tubos de pintura
esperando convertirse en arte en las manos del
pintor. Luego sus útiles de
dibujante casquillos de tinta china, palillos japoneses y pequeñas libretas
donde grababa sus primeras ideas. Cartas
a Theo que luego se convertirían en obras donde expresaba todo su sentimiento
y quehacer pictórico. Se exponen obras de sus artistas coleccionados como
Delacroix, Monticelli, Millet,….. y de
sus amigos Gauguin, Laval, Serusier,
Bernard,….Volvimos a recrearnos en la obra de este gran pintor holandés y universal
al día siguiente, para tratar de fijar en nuestra retina tanta obra maestra. El público, con un respeto vocacional desfila
ante sus cuadros.
Salimos
a la luz de Amsterdam que ahora se puebla de nubes, donde el sol juega en sus
formas y el azul se deja ver entre ellas.
Junto al Museo de Van Gogh se encuentra otro recinto expositivo donde se puede continuar viajando
por el arte de finales del siglo XIX y el XX. Es el Museo Stedelijk, este Museo
fue diseñado por A.W.Weissman en 1895, con un estilo neo renacentista, para
albergar la colección privada donada a la ciudad por Sophia de Bruyn,
convirtiéndose luego en Museo de Arte
Moderno. Cezánne con la montaña de Sant Victoire acompaña a dos cuadros de Van
Gogh; un paisaje de amplio horizonte con
toda la luminosidad del sol cuyas líneas de convergencia nos llevan a un lejano
molino en el horizonte, el divisionismo de color hace que toda la superficie
vibre. Luego, una gran tela de dos
hombres trabajando la tierra, con palas, haciendo una zanja y en la lejanía una
mujer quemando leña. Todo a cielo abierto y recordándonos a los campesinos de
Millet. La superficie vibra con una pintura al óleo de gruesa pincelada.
Con estos dos artistas empieza la aventura del arte moderno en el Museo, donde
estan representados los grandes de la época de finales del siglo XIX como Rodin,
Daubigny, Monet, Odilon Redón,….Luego le acompaña el siglo XX con Matisse, Picasso, Chagall, Kandinsky, el expresionista Krichner, Malevich, … y una buena representación
con objetos y diseños industriales del movimiento De Stijl (El estilo), nacido en Holanda en 1917 y de gran repercusión internacional. Se
encuentran en sus salas la butaca roja y azul de Rietved y cuadros de Mondrian como Composición en rojo, negro, azul, amarillo y gris, de 1920. En fotogarfia hay una sala permanente del fotógrafo
Man Ray, obras de Karl Appel, del grupo Cobra
y de Jaspers Jons; el arte norteamericano actual se encuentra también representado.
Todo un recorrido del siglo XX, siglo de las vanguardias.
La
obra de Vincent Van Gogh fue rechazada por el Rijksmuseum, pero ese fallo ha
sido corregido y en su planta primera,
en la sección dedicada a los años 1800-1900, se encuentran tres cuadros de Vincent
acompañados por pintores holandeses de la época, como Israëls, Roelofs, ….de la
Escuela de La Haya. No falta Corot, al que tanto admiraba, y Courbet.
El autorretrato de Vincent con sombrero y vestido de fiesta, su rostro nos mira fijamente como preguntándonos
algo, serio, con su bigote pelirojo y su boca encarnada fuertemente cerrada,
nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, a ver nuestro interior. Un bodegón,
con un plato blanco conteniendo limones
y unas naranjas y una botella de agua sobre la mesa, nos invita a refrescarnos
en el verano de Arlés. Un arbusto bajo
un árbol le sirve al pintor para darnos una lección de pintura y color, un detalle
de un bosque, con pincelada pastosa y continua, a gran velocidad, refleja el
gran esfuerzo que hizo este pintor nacido en Holanda y muerto en Francia, por dominar
el arte de la pintura. ¡Dios mío, cuánto esfuerzo y cuánta belleza¡ Gracias Vincent.
Carlos
Barboza Vargas
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