En el año
1968 estaba en Madrid y comenzaba a estudiar Grabado Calcográfico en el Círculo
de Bellas Artes. La novela de Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, se
acababa de publicar y en aquellos años la juventud española miraba hacia
Hispanoamérica y al fenómeno literario que se producía en esas tierras filtrado
en Europa por París. Compré esta novela y
empecé a leer: Muchos
años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que
su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte
casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un rio de aguas diáfanas que
se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos
prehistóricos…….
Este párrafo
me llevó inmediatamente a mi tierra tropical, Costa Rica, y a recordarme de mi
abuela Julia y de su aldea Rio Grande de Atenas, junto a la estación del tren y cerca del Rio Grande de Tárcoles. Conforme seguí leyendo la figura de mi madre
Elia aparecía contándome las aventuras de mi abuelo Santiago cuando buscaba oro en las minas de Abangares. Me comencé a familiarizar
con sus personajes y a visualizarlos ya
que esta novela inicia lo que se llamó en la plástica “Realismo mágico”, y la primera en aparecer fue Úrsula,
de la cual hice un grabado al aguafuerte y aguatinta a color. Luego apareció Remedios la bella, que
levitaba, de la que realicé una aguatinta, y así todos los personajes adquirieron rostros,
como Aureliano Buendía, Melquíades,…..
Hoy 18 de abril
de 2014 en México, será despedido
Gabriel García Márquez, este colombiano nacido
en Macondo que nos enseñó la poesía de la selva y de su gente. Empieza para Gabo
sus cien años de soledad. Gracias.
Carlos Barboza
Vargas


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