La obra gráfica de José Guadalupe Posada fue expuesta con motivo de los cien años de su fallecimiento en 1913 en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, tierra de Goya. En las paredes del Museo colgaban sus imágenes con los más diversos acontecimientos que se sucedían en el México de fin de siglo XIX y principios del XX, hasta la Revolución Mexicana que se inició en 1910. Para que en México naciera una gráfica de la calidad creativa de Posada, tenía que tener en esos momentos el país una gran tradición gráfica que se inicia en el siglo XVI en que los españoles llevan el grabado xilográfico a México con el fin de reproducir las cartas de naipes para que los soldados se distrajeran jugando y también para la reproducción de hojas volantes con las imágenes de santos para así divulgar la ideología cristiana en el pueblo.
Después de
la independencia de los países latinoamericanos éstos entraron en la
dinámica de la modernización y las artes
graficas comenzaron a ser necesarias para ilustrar las noticias en los periódicos
de la época. En Europa en 1798,
Alois de Snefelder inventó la
litografía que consistía en dibujar con un lápiz graso sobre una piedra
calcárea, lo que aceleraba el proceso de la reproducción de imágenes,
desbancando a la xilografía y al grabado sobre metal. Los talleres litográficos
proliferaron rápidamente n toda Europa y Goya en 1816 ya lo utilizaba para dar
salida a su fértil imaginación produciendo luego cuatro obras maestras en esta
técnica como son los toros de Burdeos de 1823. En América se implantan estos
talleres primeramente en Cuba en 1822, luego en Colombia y Venezuela, llegando
a México el primer taller litográfico en 1826 de la mano del pintor litógrafo
italiano Claudio Linati junto a Gaspar
Franchini con el fin de establecerse y enseñar también la técnica a los
artistas mexicanos. Fundaron el periódico El
iris, que pronto se convierte en un
heraldo político de los liberales, es cerrado y a Linati lo expulsan de
México; luego en Bruselas publica un álbum en 1828 basado en las acuarelas que había
hecho de las costumbres y vestidos mexicanos, con un gran éxito.
Cuando José
Guadalupe Posada nace en Aguascalientes el 2 de febrero de 1852 la litografía
ya estaba consolidada en territorio mexicano, por lo tanto después de aprender
Posada las primeras letras con su hermano Cirilo, entra de aprendiz en el taller litográfico de Trinidad Pedrosa,
publicando sus primeros dibujos satíricos o de crítica política en el periódico
El Jicote que se oponía al gobierno.
A la vez hacia dibujos y copiaba imágenes religiosas. En 1872 junto con Pedrosa
se trasladan a León, Guanajuato, abriendo un taller de litografía comercial.
Mas tarde abre su propio taller y da clases de esta técnica en la Escuela de
Instrucción secundaria. En esta época realizó
litografías y xilografías para etiquetas de cajas de cerillas, documentos
tarjetas de visita e ilustraciones de libros. Regresa a Aguas calientes en 1875
y se casa con Maria de Jesús Vela, comprando la imprenta de Trinidad
Pedrosa. Continua colaborando con la
prensa de León, como La Gacetilla, El
Pueblo, …. En la inundación de León de 1888, ilustró el suceso que causó
muchas víctimas.
A finales de
este año se traslada a la ciudad de México
donde aprende el oficio del grabado a plomo y zinc; para esa época comienza en la imprenta el
fotograbado a línea y el trabajado con buril sobre la plancha de metal, como en
la xilografía o el grabado en madera de pie. Posada cuando se establece en al
ciudad de México, es un dominador de las
técnicas gráficas ligadas al comercio de la imprenta. Colabora con el periódico
La Patria ilustrada y otros
medios, y en 1890 entra en el taller de
Antonio Venegas Arroyo, editor, hasta
que estableció su
propio taller desarrollando toda su gran creatividad e imaginación no tiene
límites sabiendo traducir en imágenes todo el pensar del pueblo mexicano a
finales del siglo XIX y principios del XX.
Esa mirada crítica de la sociedad pertenece a los grandes artistas de la historia del arte como son Las imágenes de la Danza Macabra de Holbein, grabadas por Hans Lukelburger, en 1538 en Lyon. Este espíritu crítico llega a la cima artística y técnica en la obra gráfica de Goya, que se formó en Zaragoza donde ha expuesto Posada. En el siglo XIX francés la litografía sirve para fustigar los defectos humanos en la obra de Honoré Daumier, Gavarni y Manet. Todo esto viene en recuerdo de los pequeños grabados que de Posada se expusieron en el Museo Pablo Serrano con temas con el Diablo como protagonista, donde se encontraban las siguientes obras: Un hombre acosado por los pecados capitales, Mujer asesinando a su marido ayudada por dos diablos, El hijo desobediente al que se le aparece el diablo, Un espíritu maligno en figura de mujer bonita. También hay seres extraños como un niño en la cama con rabo, que titula Fenómeno sin cráneo y El hombre serpiente. En el tema religioso se expone La aparición de la Virgen en un Maguey y Cristo en el monte Calvario. Los sucesos son muy importantes en la obra de Posada, tenemos Asesinada por su hombre, El ajusticiado a garrote vil, curiosamente muy similar en composición al grabado de Goya con el mismo tema, Hombre estrangulado por una boa, El terremoto de 1894 en Ciudad México. El pueblo al que pertenece y al que dirigía su obra el grabador Posada aparece en los Vendedores de petates, Mujer de cien maridos, El abandonado, Don Chepito cartero. También España está presente con la Malagueña, Don Quijote. Se exponen portadas de folletos que editaba la imprenta de Antonio Venegas Arroyo, con títulos como La cocina, El desertor, cuento patriótico, o Cuba Libre, Colección de canciones modernas para 1898. Al final de su trayectoria empieza la Revolución 1910 y Posada la ilustra como Goya en Los desastres de la guerra. Otro espectador del horror bélico. Se expusieron obras como Despedida de un revolucionario, y Muerte de un revolucionario.
Al igual que
Holbein, su mayor fama y calado social y
artístico fueron Las calaveras, que
en hojas volantes se publicaban el 2 de noviembre. El Día
de los Muertos con calaveras fue idea de otro grabador xilógrafo Manuel
Manilla, pero es Posada quien la lleva a sus últimas consecuencias, como son
las estampas expuestas en Zaragoza: Gran
fandango y francachela de todas las calaveras, Calavera de los papeleros, Calavera de Don Quijote, Calavera de
Francisco I Madero, Presidente de Mexico y Calavera Revolucionaria con una
botella de aguardiente en la mano y la que se ha hecho mas universal, Calavera Garbancera o Catrina. Las hojas volantes del Dia de
los Muertos, eran para vender entre el pueblo con poesías populares. Por
ejemplo la hoja publicada por el editor Antonio Venegas el 2 de
noviembre de 1913 se titula Remate de Calaveras
alegres y sandungueras, con un subtitulo Las que hoy son empolvadas garbanceras
pararán en deformes calaveras. Luego continua una hoja llena de poesías como
ésta: Hay hermosas Garbanceras / de corsé y alto
tacón / pero han de ser calaveras / calaveras del montón……….. Las calaveras
garbanceras eran una crítica a los nuevos ricos, mexicanos que se miraban en Europa, volviendo la espalda
a lo auténtico mexicano y sus mujeres vestían a la moda de París, de ahí, esta
calavera de Posada con sombrero de plumas muy al estilo de la vieja Europa.
Posada muere pobre el 20 de enero de
1913 en Ciudad de México, y es enterrado
en una fosa común. Su brillante calavera llena de múltiples imágenes no se sabe
dónde está, al igual que Goya, que está enterrado en Madrid, su cuerpo no tiene
calavera, extraña coincidencia. El grabador Posada tiene en su tierra natal
Aguascalientes un Museo con toda su obra gráfica.
Diego Rivera
fue el primero en ver el valor de la obra grafica de Posada, y la hace suya en
una huida hacia adelante ya que en 1922 regresa de Italia después de estudiar
en España y Francia, donde se saturó de Picasso cubista. Esta humilde gráfica
popular le hace cambiar y fijarse en su pueblo, se declara hijo de Posada, y
asimila sus imágenes y las incorpora a su nuevo estilo especialmente en el mural
Un domingo en la Alameda de 1946. La
calavera garbancera aparece en el centro del mural vestida y a un lado su
creador, Posada, y a la derecha Diego Rivera niño, dándole la mano y es aquí cuando
la bautizó Catrina.
En 1975
Teresa Grasa y yo visitamos por primera vez Ciudad de México y nos hospedamos
en el Hotel Prado, donde pudimos admirar in situ, este mural hoy trasladado después
del terremoto de 1985 al Museo Mural Diego Rivera. Es increíble la fuerza de la imagen estampada en unos
humildes papeles populares tuviesen la fuerza de crear un movimiento pictórico
que inundó desde el sur de los Estados Unidos hasta la Patagonia creándose el
Muralismo o Realismo Socialista. Todos
los países tiene artistas que se adhirieron a este movimiento que nació gracias
a las pequeñas-grandes imágenes de Posada. La obra gráfica de Jose Guadalupe Posada me
fue dada a conocer en Costa Rica gracias al estudio sobre El grabado en madera, el
mejor tratado sobre esta técnica, realizado por Paul Westheim y
publicado en español en los Breviarios del Fondo de Cultura Económica en México en 1967.
Carlos Barboza
Vargas



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