CANFRANC, EL ORO Y LOS NAZIS, DE
RAMÓN CAMPO, CON FOTOS DE GRASA
Canfranc es
un paso pirenaico de siglos que une a Francia y a España. Por allí discurría la
vía romana a través del Somport y pasaron los peregrinos europeos, camino de Santiago. Las ciudades de Toulouse,
Pau, Olorón y Jaca conforman todo un recorrido por la historia medieval, lleno
de arquitectura y de arte. En el siglo
XIX los aragoneses reclaman un paso moderno, con la implantación de un
tren internacional, por el Pirineo Central en 1853, uniendo de esta forma París, Zaragoza y Madrid. Se iniciaron las obras en 1908, año de
la Exposición Hispano Francesa de Zaragoza, paralizándose años después. Pero no es hasta que en 1914, en una manifestación de los remolacheros aragoneses,
aparece una pancarta que dice 32 años pidiendo el Canfranc. No toleramos
mas obstáculos. En nuestro blog de 2011 damos cuenta de ello y comentamos esta imagen de Aurelio Grasa,
pero no sabíamos exactamente cómo el fotógrafo
había tomado esta foto
Por la
reproducción del libro Canfranc. El oro y
los nazis. Tres siglos de historia,
del periodista Ramón J. Campo, en la
segunda edición, de 15 de diciembre de 2014, vemos unos caballos en primer
plano y parte del techo de un coche. Es
decir, que Aurelio se subió a dicho vehículo para hacer la foto. Acompañan a este primer capítulo
titulado Un siglo de la manifestación de
Zaragoza, tres fotos de Grasa que se publicaron en el Heraldo de Aragón el
7 de marzo y en ABC de Madrid el 8 de marzo de 1914 . Se adjuntan dos fotos más, donde se puede ver la famosa Estación
de Canfranc nevada, con esquiadores en primer plano, de 1930. La Estación se
inauguró el 18 de julio de 1928, estando
presente el rey Alfonso XIII, el Presidente de la República francesa, Gastón Doumergue
y el Jefe del Gobierno español el General Miguel Primo de Rivera. En la ultima
foto de Grasa, de hacia 1935-39, aparecen una serie de esquiadores descendiendo de un
vagón de tren de la Compañía Caminos de Hierro del Norte de España, en la Estación
de Canfranc, con los esquíes al hombro para subir a las montañas a esquiar. Son
los inicios de Montañeros de Aragón, la línea ferroviaria está en pleno apogeo.
Esta vía se cierra en 1970 ya que Francia no tenía ningún interés en la misma,
tras un accidente ferroviario en el puente de L´Estanguet. Tampoco el Gobierno
de España tenía interés en modernizarla.
Todo el
entorno de la Estación de Canfranc cae en el abandono. Sólo una serie de románticos
aragoneses como José Antonio Labordeta o Emilio Gastón son los que continúan
interesados en su reapertura. Los Gobiernos de Aragón durante la democracia
prometen su reapertura y solamente se ha conseguido mejorar algo el bello
edificio de la Estación. En el año 2000
el francés Jonathan Díaz encontró abandonados a la intemperie, en el entorno de la Estación,
una serie de documentos que fueron un revulsivo en la rica historia de
Canfranc, dando fe de hechos que se
remontan a la Segunda Guerra mundial en
que la Alemania nazi de Hitler invade toda Europa y sus tentáculos llegan hasta
la Estación. Y no continuaron porque el gobierno del general Franco era aliado
de Alemania. Los soldados del ejército nazi se posesionaron de la Estación y es
allí donde está el valor de los papeles descubiertos por Díaz. Oro, wolframio y
arte, judíos, espías, artistas,… pasan por el túnel de los Pirineos hacia
Madrid y Portugal. El periodista Ramón
J. Campo recoge con entusiasmo toda esta
documentación y comienza a trazar la historia de Canfranc y sus gentes, y nos
ofrece un libro apasionante, que se lee
con facilidad y en vez de un libro de
datos se convierte en una novela de personajes reales que vivieron un momento
histórico en la vida de España y Europa.
El oro aparece por todas partes,
ese oro que se movió con intensidad en 1943, encontrándose documentado en el
archivo del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton.
En el
capítulo de los alemanes en Canfranc
narra Ramón Campo como Hitler controló la aduana desde 1941, y nos lo
ilustra con una foto de un carabinero aragonés con un cuadro de van Dick en sus
manos. El dueño y señor de Europa en ese
momento, Adolf, fue un pintor frustrado,
pero no dejó de interesarse por el arte, e imponer sus gustos a los artistas
que le seguían en sus delirios. Llamó a los pintores modernos alemanes, como
los expresionistas, Arte degenerado,
y requisó su obra en sus estudios. Estas
pinturas luego las vendía para obtener
dinero para armamento. Los
coleccionistas, y en especial los judíos fueron saqueadas sus casas, así
como los Museos de Europa; soñaba con un
gran Museo con toda esta obra requisada.
No es extraño que por Canfranc pasara parte de ella para obtener dinero. Los
artistas de origen judío también eran
perseguidos, por degenerados. Así que muchos de éstos, como apunta Campo, pudieron huir por el paso
de Canfranc, como el surrealista Max
Ernst, compañero de Peggy Guggenheim, quien
sufragó el viaje a USA de pintores como André Mason, Bretón, Chagall, Lipchitz
y muchos más. No se descarta que
Josephine Baker, que ya estuvo en Aragón, huyera por Canfranc.
Es bueno
acercarse a este libro Canfranc. El oro y
los nazis. Tres siglos de historia del periodista Ramón J. Campo, editado por Mira editores, y disfrutar de su buen hacer como
escritor y leer un retazo de historia de un paso montañoso que
esperamos que vuelva a activarse en esta Europa comunitaria.
Teresa Grasa
Jordán y Carlos Barboza Vargas
Archivo
Barboza Grasa



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