Nací en
Costa Rica en el año 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Me cuenta mi madre
que no había chupetes de caucho ya que este producto se destinaba para usos
bélicos, así que seguramente tuve que conformarme para dormir del dedo gordo de
la mano, porque rechazaba los que había de madera.
Al año y
tres meses, era un niño rollizo, según
las fotos que conservo, y me comenzaron unas fuertes calenturas, me llevaron al
Hospital
San Juan de Dios y me
devolvieron a casa, argumentando que era
un problema de dientes, que comenzaban a salirme. La fiebre era cada vez mas fuerte y me volvieron a trasladar al Hospital y esa vez si me internaron. Lo que tenía era
Poliomielitis, una enfermedad casi desconocida que fue una peste mundial, se
afectó mucha gente en Costa Rica, de
ello me quedó la secuela del brazo derecho bastante afectado, así es que tuve que aprender a trabajar con
la mano izquierda. Cuando analizo el
porqué de este virus mundial, hoy casi
erradicado, pienso en las guerras bacteriológicas que el hombre
de la muerte ha utilizado para atacar
a otro hombre de la muerte, sin pensar que los virus no piden el carnet
ni la nacionalidad ni la raza para
instalarse en el cuerpo de un ser humano y en el caso de la guerra en la
parte mas débil, los niños, que todavía
no tienen reforzado su sistema
inmunológico.
La familia
de los Barboza y los Vargas vivían en el Barrio Luján, en esos tiempos era el
último barrio de San José que lo limitaba
el río Ocloro y un cerro al que
llamábamos Cerrito, donde jugábamos a
resbalar con trineos caseros y a pescar gupis
de colores en el río. Para el año 1948,
mis padres comenzaron a poner los
colchones en el suelo y estaban muy
preocupados porque comenzó en este país
la primera y única guerra incivil de su historia. Gobernaba el país el
doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, que hizo muchas reformas sociales
beneficiosas para el pueblo, pero apoyado por el Partido Comunista. En las Elecciones de sufragio universal, la
oposición le acuso de fraude y un
comerciante costarricense de padres españoles catalanes, José Figueres Ferrer,
se levantó en armas produciendo un enfrentamiento entre los costarricenses y el
Cerrito que era un sitio lúdico, en el que jugábamos, se convirtió en un sitio
de muerte, ya que allí se instalaron antiaéreas y armas que disparaban contra todo lo que se
movía. De noche, algunas balas dieron
en el tejado de nuestra casa. La
contienda duró cuarenta y cuatro días y murieron unas dos mil personas, el
hecho más sangriento de nuestra historia. Hay que pensar que para aquella época
la población de Costa Rica era de un millón de habitantes. El doctor Calderón Guardia se exilió primero
en Nicaragua y luego en México. Proclamado José Figueres, Presidente, creó la Junta Fundadora de la
Segunda República, y al año siguiente se hizo la Constitución política que
garantizaba las libres elecciones con sufragio universal y el fin del Ejercito
Armado. El 31 de octubre de 1949 se
realizo un acto simbólico que se llevó a cabo en el Cuartel Bellavista, desapareciendo el Ejército y dedicando el
presupuesto de defensa a educación. Se traspasa el cuartel a la Universidad de
Costa Rica y se funda lo que es hoy el Museo Nacional.
La guerra
durante siglos siempre fue tratada por los artistas plásticos y escritores. En
la Antigüedad clásica era cosa de los dioses del Olimpo, que incitaban a los humanos para que se
mataran unos a otros, así nos lo cuenta Homero en La Odisea. Las religiones se han impuesto también con guerras, los
Papas provocaron una buena cantidad de
ellas luchando con los Príncipes de pequeños territorios. A los artistas los
utilizaban para que diseñaran armas, cuanto más mortíferas mejor, véanse los
dibujos que hizo Leonardo da Vinci al servicio de estos señores de la guerra.
Es un tema que siempre me ha llamado la atención, de cómo un Continente tan lleno de belleza y creatividad, como
Europa, haya provocado tantas guerras entre sus habitantes.
El primer artista que trabajó el tema de la
guerra como crítica, en su obra gráfica es Jacques Callot, (Nancy, 1592- 1635). Este genial grabador hizo unos 1400 grabados,
y dedicó 18 de ellos a su serie Las Miserias
y desgracias de la Guerra, impresas en 1629-1632, por el editor Israèl Henriet
en París. Su patria, Lorena,
sufrió la Guerra de los Treinta Años, fue invadida por los franceses en
1633. Estas guerras entre estados en Europa
es lo que inspira a Callot a
dejarnos este documento de la barbarie y el desorden de las tropas cuando invaden
un territorio enemigo. Sin duda Goya conocería esta serie para realizar sus Desastres de la Guerra. No es hasta que aparece un pequeño corso
vanidoso, estratega guerrero y político, llamado Napoleón Bonaparte, nacido en
Apeccio el 15 de agosto de 1779, quien con el tiempo se declarará Emperador de
los franceses en 1804, y una década mas tarde se hace con el control de toda
Europa occidental y central. Sus agresivas guerras fueron las
mayores operaciones militares de la época. Napoleón buscó la alianza de España
para invadir Portugal por el tratado de Fontainebleau se le permite entrar en
territorio español y tras cruzar la frontera decide incluir a España en su
Imperio, colocando a su hermano José, apodado Pepe Botella, en el trono de España. Junto a múltiples súbditos, Goya juró fidelidad al nuevo Rey.
El pueblo español se rebeló iniciando así la Guerra de guerrillas, causando un gran desgaste en las tropas
napoleónicas y en la economía de Francia. Se hacen cálculos de que un 10% de
las bajas entre españoles y franceses
ocurrieron durante Los Sitios de
Zaragoza entre 1808 y 1809. Tras el
Primer Sitio llegó Goya a Zaragoza llamado por el general José Palafox, para
documentar la barbarie y destrucción producida por esta guerra. Solo vio cadáveres y así deja constancia en
el grabado Caridad, que firma y fecha
en 1810, cuando dio inicio a este alegato sobre la guerra que son los Desastres,
en los que no hay vencedores ni
vencidos solo los instintos feroces del hombre desatado y sin freno. Fueron publicados por la Real Academia de San
Fernando que había adquirido las planchas en 1863.
El Museo de
Grabado Goya de Fuendetodos adquirió una
serie de esta publicación gracias a una subasta de obras hecha por los artistas
para este fin en 1981.En el año 1993 me
encargó la Dirección del Museo un estudio de esta obra gráfica, y se editó un facsímil de los primeros veinte
grabados de la serie que prologó el entonces Director de la Calcografía Nacional, Juan Carrete
Parrondo, que tituló Los Desastres de la Guerra, vivencia de las
ideas de Goya. Mi texto y estudio de los grabados lo titulé: 1808-1810 España contra Napoleón.
Cuando
llegamos al siglo XX el 28 de julio de 1914, es decir, este mes hace 100 años,
que se inició la Primera Guerra Mundial en Europa, con al aviación como novedad
guerrera. La muerte se eleva a los cielos. También aparecen los productos
químicos mortíferos, como el gas mostaza. Todo un catálogo de atrocidades que hablan
muy bien de este animal llamado hombre. Un pequeño dibujo al pastel, realizado en una trinchera, da fe del horror y la devastación. Firmado,
Humboldt 14.
Ya he
hablado de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias en Costa Rica, la cual
duro desde 1939 a 1945, seis años y un día, como novedad, hornos crematorios y la utilización de la energía nuclear como
arma de guerra. Recordar y no olvidar Hiroshima y Nagasaki, primer bombardeo
atómico el 6 de agosto de 1945. Se crean
dos grandes potencias Estados Unidos y Rusia y comienza la Guerra Fría, El Muro de Berlín, la Guerra de Vietnam
iniciada por los franceses y terminada por los norteamericanos. En 1968 hice
una serie de xilografías que titulé No mas Vietnam. Otro fenómeno fue el nacimiento de las
guerrillas en América, muy especialmente en Centroamérica, donde comienza a desangrarse nuestra
juventud. Solo Costa Rica, al no tener Ejército, permanece sin este cáncer
social. De este sangrante fenómeno hice
en 1981 una serie de aguafuertes que titulé Muerte
en Centroamérica, y dos pinturas al óleo grandes que expuse en Vicenza y
Bassano del Grappa, actualmente en la colección de Hugo y Mima en Bassano.
La guerra continúa en el siglo XXI, lo vemos
en Ucrania donde una mano anónima aprieta un botón de un misil, y derriba
un avión comercial. ¿Quién tiene la culpa? ¿El que lo
utiliza o el que lo fabrica y lo
vende?.
En la tierra
en que se escribió la Biblia plena de guerras en sus relatos, se siguen matando
estas tribus de Oriente próximo, lugar donde nació Jesucristo, líder de la paz
y el amor, pero como dice el poeta Blas
de Otero: Aquí no se salva ni Dios, lo
asesinaron.
Carlos
Barboza Vargas.



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