
En aquellos años juveniles estábamos con grandes inquietudes, no solo plásticas, ya que vivíamos en lo que se llamó La Guerra fría, pero no estaba tan fría ya que en esos momentos se producía la imborrable guerra de Vietnam. En los pasaportes se prohibía viajar a los Países del Este o del llamado Telón de Acero. También pendía sobre nuestras cabezas la Guerra nuclear que, se decía , podía destruir el planeta, y uno de los momentos mas graves fue la Crisis de los misiles en Cuba, el año 1962, generado porque Estados Unidos comprobó que la Unión Soviética había instalado misiles nucleares en la isla. Con todo este panorama mundial y teniendo tan cerca el Canal de Panamá, las figuras de Giacometti me despertaban una imagen de cómo podían quedar los humanos después de una explosión atómica, como ya había sucedido en Hiroshima. Asi es que comencé a grabar y dibujar figuras en la soledad después de una gran guerra nuclear, basándome en estas imágenes. Aquella soledad de las esculturas de hombres y mujeres que caminan hacia ninguna parte y que se cruzan en las plazas sin reconocerse, también se puede intuir la soledad del hombre en el siglo XX. Comencé a leer el pensamiento de Giacometti y su pequeña biografía escrita para algún catálogo, que dice:
Yo nací en Stampa
(Suiza italiana) el 10 de octubre de 1901.
Mi padre es pintor.
Desde los 14 a los 17
años estuve en un Colegio.
En 1920 en Ginebra en
una Escuela de Artes y Oficios durante algunos meses.
De 1921 a 22 en
Italia, en Roma.
En 1922 estuve la
primera vez en Paris.
Después he estado
todos los años, unas veces solo durante unos meses, los últimos años, casi todo
el tiempo.
Al comienzo, yo
trabajaba en la pintura y desde hace
unos diez años, la escultura. ……….
Todos estos recuerdos de mi lejana Costa Rica vienen porque hace un mes que se clausuró una exposición antológica de Alberto Giacometti en la Fundacion Mapfre de Madrid, lo que me ha motivado para revisar de nuevo la obra de este gran escultor suizo, amigo de Picasso, de los Surrealistas y admirador de la Escultura Precolombina, y he vuelto a leer el libro que leí en San José, Giacometti, Esculturas que por coincidencia del destino, también para estas fechas lo había comprado la pintora y grabadora Teresa Grasa, mi compañera de cuarenta años y que escribió en él el día y el sitio en que lo adquirió: Dia del Libro, 23.abril.70. En el se pueden leer frases que explican su quehacer creativo:
Si se sintiera el vacío
entorno a la cabeza, había ganado, si llegase
a pintar el vacío detrás del rostro, esto crearía tal abismo que sería
formidable.
Hablando de la abstracción, que practicó por un tiempo: Tan pronto hube comprendido el mecanismo de la composición abstracta, el problema dejo de interesarme. Podían hacerse variantes, pero, para mí, no había ya aventura posible.
Hablando de la abstracción, que practicó por un tiempo: Tan pronto hube comprendido el mecanismo de la composición abstracta, el problema dejo de interesarme. Podían hacerse variantes, pero, para mí, no había ya aventura posible.
Cuando comienza a trabajar sus figuras en las plazas dice: En la calle, en el café, la gente me asombra y me atraen mas que cualquier pintura o escultura. Un día huí del Louvre por no poder soportar mas, no las obras, sino la verdad de los rostros. En todo momento, los hombres se juntan y se separan, y luego se aproximan para intentar reunirse de nuevo. Así forman y transforman sin cesar vivas composiciones de increíble complejidad. La totalidad de esta vida es lo que quiero captar.
Y finalmente nos dice: Desde hace años creo que mañana seré más avanzado que hoy, que veré mas lejos. Todas las esculturas de nuestra época, como las del pasado, un día terminaran hechas pedazos. Entonces es cuando se verá que un fragmento de Rodin nos dice tanto, más acaso, que la estatua entera. Así, importa trabajar la obra en los menores repliegues, cargar de vida cada parcela de materia.

La misteriosa obra pictórica y dibujística, su primera pasión, la vine a descubrir en Europa y pude admirar en el Museo de Arte Moderno y en el edificio de la Unesco de París, sus esculturas, El hombre que camina, y me di cuenta que la escultura de Giacometti es una escultura pictórica, que fue lo que me transmitió entonces. En un video realizado por mi hijo Francisco titulado Barboza pintando en Costa Rica, 1963-68, la última imagen antes de venir a estudiar Arte a Europa, es una pintura en blanco y negro inspirada en el gran Giacometti.
Carlos
Barboza Vargas

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